La devoción a la Virgen recoge la tradición eclesial de respeto y veneración a la Madre de Jesús como expresión de su grandeza y relevancia en el Plan de Salvación del género humano. La Virgen representa el amor sublime de la maternidad que acoge, cuida, ayuda y protege.

La Virgen de la Altagracia es la protectora del pueblo dominicano. Proteger es librarnos del mal, del peligro y de todo lo que dañe el alma humana y social.

El 21 de enero es una fecha propicia para pedir a la Madre celestial que cobije al país bajo su manto y nos mantenga en el camino de la paz que nos ha marcado su Hijo.

Oh, Madre, protégenos de los riesgos de la anomia y la degradación de los valores éticos y morales que lleva a relativizarlo todo por estar a la moda y no querer ir contra la corriente.
Oh, Madre, protégenos de la desesperanza, de creer que todo está perdido porque la estridencia del mal opaca el bien que cada día están haciendo miles dominicanos en la construcción de un mejor país.

Oh, Madre, protégenos de creernos que podemos prescindir de Dios construyendo becerros de estatus, marcas, pent-houses y estilos que solo reflejan el vacío existencial que crece cuando se opaca la trascendencia y el sentido.

Oh, Madre, ayúdanos a buscar el verdadero bien común que reside en hacer justicia para los pobres y marginados.

Oh, Madre, ayúdanos a superar el individualismo, el arribismo, el paternalismo y el afán de lucro que acrecientan las desigualdades y la brecha social.

Oh, Madre, ayúdanos a buscar la unidad en todo, sabiendo que nacimos para amarnos, no para dañarnos los unos a los otros.

Oh, Madre, ayúdanos a mirar hacia abajo para comprender la necesidad y la miseria humana y hacia arriba para encontrar la fortaleza y la fuerza para crear esperanza y resiliencia.

Oh, Madre, ayúdanos, llévanos de la mano a tu Hijo Jesús para poder construir su Reino de paz, justicia y amor que se refleja en equidad y bienestar para todos.