
Santo Domingo, RD. -El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) advierte que la obesidad se ha convertido este año en la forma más común de malnutrición infantil a nivel global, superando por primera vez al bajo peso. Actualmente, 188 millones de niños, niñas y adolescentes –uno de cada diez– viven con obesidad, condición que los expone a enfermedades graves y potencialmente mortales.
El nuevo informe global de UNICEF, titulado “Alimentando el negocio: Cómo los entornos alimentarios ponen en peligro el bienestar de la infancia”, analiza datos de más de 190 países y muestra una preocupante tendencia: desde el año 2000, la prevalencia de bajo peso en menores de 5 a 19 años se ha reducido del 13% al 9,2%, mientras que la obesidad ha aumentado del 3% al 9,4%.
En América Latina y el Caribe, el problema es aún más agudo: la prevalencia de sobrepeso infantil ha crecido en al menos 10 puntos porcentuales desde el 2000, una de las mayores alzas a nivel mundial.
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“En República Dominicana, la malnutrición se manifiesta tanto en el retraso del crecimiento como en el aumento de la obesidad infantil. Se necesitan con urgencia políticas integrales que aseguren a todos los niños y niñas una alimentación saludable, nutritiva y asequible”, expresó Anyoli Sanabria, representante interina de UNICEF en el país.
Situación en República Dominicana
La prevalencia del sobrepeso en niños y niñas menores de cinco años en República Dominicana es de 8 %, así lo destaca la ENHOGAR MICS 2019.
Asimismo, según el informe local “Estado de la Situación de los Derechos de la Infancia y Adolescencia en la República Dominicana” (UNICEF, 2024), los indicadores de lactancia materna siguen siendo bajos, a pesar de ligeras mejoras en los últimos años:
Solo el 16 % de los bebés recibe leche materna de forma exclusiva durante sus primeros 6 meses de vida.
El porcentaje es ligeramente mayor en zonas urbanas (17 %) y menor en las rurales (13 %).
Aunque esto representa un avance frente al 4,7 % registrado en 2014, los niveles siguen siendo insuficientes.
La falta de lactancia materna adecuada compromete el desarrollo nutricional temprano y aumenta el riesgo de enfermedades prevenibles.
Entornos alimentarios no saludables
El informe también resalta cómo los entornos en los que los niños y niñas crecen se encuentran cargados de alimentos ultraprocesados, con alto contenido de azúcar, sal, grasas no saludables y aditivos. Estos productos están ampliamente disponibles en tiendas, escuelas y plataformas digitales.
Una encuesta global de UNICEF (2024) reveló que el 75 % de los jóvenes de 13 a 24 años vio anuncios de bebidas azucaradas, comida rápida o snacks en la última semana.
En República Dominicana, clasificada como país de ingreso medio-alto, la exposición es incluso mayor. Además, el 60 % de los encuestados afirmó que estos anuncios aumentan su deseo de consumir esos productos.
“Ya no hablamos solo de niños con bajo peso. La obesidad infantil es un problema creciente con serias consecuencias para la salud y el desarrollo. La alimentación ultraprocesada está desplazando a frutas, verduras y proteínas en una etapa crítica del crecimiento infantil”, afirmó Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF.
Riesgos de salud asociados
El sobrepeso y la obesidad en la infancia elevan considerablemente el riesgo de desarrollar:
Diabetes tipo 2
Hipertensión
Enfermedades cardiovasculares
Ciertos tipos de cáncer
Estas enfermedades pueden tener consecuencias de por vida y generan una enorme carga económica para los sistemas de salud.
UNICEF hace un llamado a la acción urgente
Para enfrentar esta crisis nutricional, UNICEF urge a los gobiernos, sociedad civil y sector privado a tomar medidas inmediatas para transformar los entornos alimentarios y proteger la salud infantil. Entre las recomendaciones clave:
Aplicar políticas públicas de carácter obligatorio que mejoren los entornos alimentarios (etiquetado claro, impuestos a productos dañinos y subsidios a alimentos saludables).
Regular la publicidad y venta de productos ultraprocesados, especialmente en entornos escolares.
Empoderar a familias y comunidades para que exijan mejores condiciones alimentarias.
Proteger las políticas públicas frente a la injerencia de la industria alimentaria.
Fortalecer los programas sociales que garanticen el acceso a alimentos nutritivos para las familias más vulnerables.