Washington.- El presidente estadounidense, Barack Obama, regresó hoy a Washington tras sus vacaciones navideñas para iniciar un último año de mandato con el delicado desafío de controlar la venta de armas por decreto y cementar su legado frente a la oposición del Congreso.
Obama, que ha dicho que comienza este 2016 “animado” y con ganas, se reunirá mañana con la fiscal general, Loretta Lynch, para abrir un proceso de tres meses en el que determinarán qué decretos ejecutivos -de espaldas al Legislativo- pueden ser viables para universalizar los controles de antecedentes para la venta de armas.
La medida que podría cobrar más fuerza es exigir la revisión de antecedentes para las ventas de particulares con gran volumen de transacciones, reduciendo así un punto ciego para los reguladores en la compraventa de armas.
Este tipo de actores deberían registrarse, algo que muchos no hacen pese a ser habituales de ferias de armas donde realizan un gran número de ventas sin control.
En Estados Unidos, las ventas de armas entre particulares no requieren revisión de antecedentes criminales y de salud mental, por lo que un gran volumen de adquisiciones de “aficionados” escapan al control de las autoridades federales.
Esta decisión ejecutiva contará con la oposición del Congreso, dominado por los republicanos, y será el punto de partida de una batalla que puede repercutir en la aprobación de otras leyes en un año electoral en el que Obama se centrará en pulir su legado de ocho años en el Despacho Oval.
Los principales aspirantes republicanos a la nominación presidencial de 2016 no tardaron en criticar a Obama por su plan, con el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, llamándolo “petulante” o el exgobernador de Florida Jeb Bush lamentando la “inclinación del presidente de quitar derechos».
Por su parte, entre los aspirantes demócratas, el senador por Vermont Bernie Sanders, que en el pasado ha adoptado una postura ambivalente, dijo hoy en entrevista con CNN que apoya el plan de Obama para extender las “revisiones de antecedentes instantáneas».
En su retiro navideño en su natal Hawai, Obama se dedicó a preparar también su último discurso del Estado de la Unión del próximo 12 de enero, en el que intentará aclarar sus planes con las tareas inacabadas de su mandato y delinear las prioridades de la narrativa de campaña electoral en la que el presidente ha dicho que tendrá una participación activa.
Las elecciones presidenciales del próximo noviembre, que a buen seguro se centrarán en la economía de la clase media, la desigualdad y el terrorismo islamista, decidirán quién sustituye a Obama en la Casa Blanca en enero de 2017.
El control de armas ha sido una batalla perdida para la Casa Blanca desde que en diciembre de 2012 un joven con problemas mentales y armado con rifles de asalto acabara con la vida de una veintena de niños entre 6 y 7 años.
Obama intentó que el Congreso aprobar mayores controles y limitar la venta de rifles y cargadores de alta capacidad, pero se encontró con la oposición de la influyente Asociación Nacional del Rifle (NRA) y congresistas de ambos partidos.
En el año 2015, hubo casi tantos tiroteos en lugares públicos como días, elevando las preocupaciones por una tendencia que no se da en ningún otro país desarrollado.
La venta de armas se ha disparado durante el mandato de Obama, según los datos de revisión de antecedentes, mientras que datos previos a la elección de Obama en 2008 indicaban que uno de cada tres hogares del país posee un armas, con índices de más del 50 % en 10 estados del país.
Pese a que la NRA disputa la relación entre menores controles, posesión y muertes con arma de fuego, la realidad es que de los diez estados a la cabeza de posesión de armas registradas 6 están también en el “top 10” de las muertes.
El mandatario se arriesga ahora a que la afrenta al Congreso sea utilizada en su contra en otras políticas que necesitan el sello del Legislativo, que jugará sus cartas en clave electoral.
Por el momento, el liderazgo republicano del Congreso ha dicho que sus prioridades para 2016 van a ser de nuevo suspender partes de la reforma sanitaria de Obama de 2010 o acabar con los fondos federales para los centros de planificación familiar de Planned Parenthood.
Una de las piezas claves de legado de Obama que necesitará el visto bueno del Congreso es el cierre de la prisión de la Base Naval de Guantánamo (Cuba), creada por George W. Bush y que el presidente actual prometió cerrar desde que llegó al poder en 2009.