Washington.-El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aseguró ayer en un discurso a la nación que el conjunto de medidas que firmó para regularizar la situación de varios millones de inmigrantes indocumentados tornará el sistema migratorio “más justo”.
El mandatario destacó que la “alternativa de reunir y deportar millones de personas no es realista”, y por ello decidió firmar un paquete de medidas que permitirán a los indocumentados “salir de las sombras y ponerse al día con la ley”.
“Tomaré medidas para administrar responsablemente la situación de los millones de inmigrantes indocumentados que viven en nuestro país”, dijo Obama durante un discurso de unos 15 minutos pronunciado en la Casa Blanca.
Todas las personas que reúnan una serie de requisitos tendrán la posibilidad “de presentar una demanda para permanecer en el país temporariamente, sin miedo de ser deportados”.
Las nuevas medidas, apuntó, “no se aplican a las persona que han ingresado al país recientemente” ni a las que vengan en el futuro, y tampoco garantiza la ciudadanía estadounidense.
“Todo lo que estoy diciendo es que no te deportaremos”, agregó. A pesar del reto lanzado por el presidente, sus acciones y la dura respuesta republicana podrían acabar con cualquier posibilidad de que el Congreso apruebe una reforma integral a las leyes de inmigración en la presidencia actual, y garantiza que el contencioso debate se alargue hasta la campaña presidencial de 2016.
Aunque las medidas anunciadas por Obama tienen impacto en un alto número de personas, dejan en el limbo a más de la mitad de los 11 millones de inmigrantes que viven ilegalmente en Estados Unidos.
El presidente anunció nuevas prioridades de deportación que obligarían a la policía de inmigración a centrar sus esfuerzos en rastrear a criminales y a individuos que han cruzado la frontera recientemente, y a restar importancia a la deportación de personas que han estado en el país por más de 10 años.
El mandatario hizo énfasis en que sus acciones no representan una amnistía.
En el país viven 11,3 millones de indocumentados, de los cuales la mayoría son latinoamericanos y más de la mitad mexicanos.