América Latina enfrenta grandes retos de gobernabilidad debido a los efectos de la crisis multidimensional provocada por la pandemia del Covid 19 y por la guerra en Ucrania.
Cada vez se profundiza más la crisis energética. Lugares como Cuba y Puerto Rico registran protestas por apagones que tienen su origen en los elevados costos de los combustibles para generar electricidad.
Otros países como Panamá, Argentina y Chile registran protestas por los efectos del fenómeno inflacionario global.
El culmen de la convulsión se vive en Haití, país controlado casi en su totalidad por bandas criminales y sin mayor incidencia de las autoridades formales.
En medio de esta situación República Dominicana navega con paz social, estabilidad macroeconómica y con reconocido éxito en el manejo de las crisis.
Se puede afirmar que el territorio dominicano aún es un oasis en una región estresada e impactada por los fenómenos exógenos.
Sin embargo, esto no quiere decir que el país no confronte los mismos retos que los demás países de la región.
En tal sentido, se hace más que necesario valorar y preservar lo que tenemos.
Los actores sociales y políticos tienen la mayor responsabilidad, pero es un compromiso de la población en su conjunto.
La estabilidad macroeconómica y la paz social mantienen a la República Dominicana en la mira preferencial de la inversión extranjera.
Reconforta que el país se distinga positivamente en la región.
Eso hay que preservarlo a toda costa.
