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Nuevo estudio vincula insecticidas con daño cerebral en fetos

El estudio recogido en la revista científica JAMA Neurology es el primero -según los autores- en demostrar los efectos moleculares, celulares y metabólicos duraderos y generalizados que deja este insecticida en el cerebro humano.

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📷 Insecticidas causa daños en bebés según último estudio

La exposición prenatal al insecticida clorpirifós, cuando el cerebro de un bebé se está desarrollando y es más vulnerable, provoca anomalías neurológicas y motoras en el desarrollo posterior, según ha constatado un estudio con 270 niños de la ciudad de Nueva York.

El clorpirifós es un insecticida organofosforado de amplio espectro, que mata los insectos por contacto, al dañar su sistema nervioso. Durante años se ha usado en entornos residenciales contra cucarachas, pulgas o termitas, así como en el campo para evitar plagas en los cultivos.

Desde hace décadas hay evidencia científica de que la exposición directa o indirecta de la población a este insecticida es peligrosa para la salud de las personas, desde trabajadores expuestos a él durante su fabricación o uso a consumidores que lo han usado en sus casas o que han ingerido productos contaminados por este pesticida.

Estos efectos nocivos, especialmente para los niños, llevaron a la prohibición total de su uso en la UE en el año 2020, y en Estados Unidos en 2021, entre otros muchos países que tienen moratorias. Su uso residencial ya se había prohibido tanto en la UE como en Estados Unidos a comienzos de este siglo, sin embargo hay muchos países en todo el mundo donde aún se usa. El primero en demostrar impactos a largo plazo.

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El estudio recogido este lunes en la revista científica JAMA Neurology es el primero -según los autores- en demostrar los efectos moleculares, celulares y metabólicos duraderos y generalizados que deja este insecticida en el cerebro humano.

Los investigadores recurrieron a una muestra de 270 niños (147 chicas y 123 chicos) de origen latino (especialmente de madres de la República Dominicana) y afroamericano de la ciudad de Nueva York. El Centro para la Salud Ambiental Infantil de la Universidad de Columbia les venía siguiendo, como a otros muchos niños, desde que estaban en el vientre de sus madres, desde el año 1998.

Los 270 niños estudiados presentaron cantidades medibles del insecticida clorpirifós en la sangre del cordón umbilical, y fueron evaluados mediante resonancias cerebrales y pruebas de comportamiento cuando tenían entre los 6 y los 14,7 años de edad.

Los resultados indicaron que la exposición prenatal al clorpirifós creó anomalías estructurales en el cerebro y un peor funcionamiento motor en estos niños conforme se fueron haciendo mayores, y respecto a datos de otros menores que no tuvieron contacto prenatal con el insecticida. Alteraciones duraderas

Además, constataron como niveles progresivamente más altos de exposición prenatal -según los datos recogidos en los cordones umbilicales-, más alteración posterior se vio en la afectación a la estructura, la función y el metabolismo del cerebro, así como peor capacidad y velocidad motora.

“Los vínculos entre niveles más altos de clorpirifós y mayores anomalías advertidas por neuroimagen sugieren que la exposición prenatal produce alteraciones duraderas en la estructura, la función y el metabolismo del cerebro en proporción directa al nivel de exposición”, subrayan los autores.

“Las alteraciones en el tejido cerebral y el metabolismo que observamos en niños y adolescentes con exposición prenatal a este pesticida estaban muy extendidas por todo el cerebro”, señala uno de los autores, Bradley Peterson, investigador de medicina de la Universidad estadounidense del Sur de California (USC), en un comunicado del centro.

Peterson alerta de que es posible que “otros pesticidas del mismo tipo (organofosforados) que siguen sin estar prohibidos produzcan efectos similares, lo que justificaría la precaución de evitar la exposición durante el embarazo, la infancia y la primera infancia, cuando tiene lugar el desarrollo cerebral, un periodo especialmente vulnerable a estas sustancias químicas tóxicas”.

Otra de las autoras, Virginia Rauh, investigadora de la Escuela Mailman de Salud Pública de la Universidad de Columbia, destaca que la exposición generalizada que todavía existe en muchos países a este insecticida, a niveles comparables a los de la muestra de este estudio “sigue poniendo en peligro a los trabajadores agrícolas, las mujeres embarazadas y los niños no nacidos”.

“Es de vital importancia que sigamos vigilando los niveles de exposición en las poblaciones potencialmente vulnerables, especialmente a las mujeres embarazadas que viven en zonas agrícolas”, insiste la investigadora.

Fuente: EFE

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EFE

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