Nuevo desafío presidente de la JCE

Hará cosa de unos meses que el profesor Juan José Solozábal (El Imparcial, 4, feb., 2025, España) llamó el sistema electoral a debate, para lograr “lo que podríamos señalar como régimen electoral aparente y régimen electoral efectivo”.
El primero simula ser democrático, donde el proceso electoral está manipulado, controlado o vaciado de contenido real, impidiendo que las elecciones cumplan con los principios básicos de libertad, equidad y transparencia; el segundo, funciona en la práctica de manera justa, transparente y representativa, permitiendo que la voluntad de los ciudadanos se traduzca en la elección legítima de sus gobernantes y representantes.
Aquí tenemos, pues, dos visiones del sistema electoral, que resumen distintas formas de entender y evaluar su propósito y funcionamiento.
Una es la visión ´normativa (idealista o democrática), en la que el surge el debate entre representación vs. gobernabilidad, y la otra visión es la ´funcional (realista o pragmática), en la que el sistema electoral tiene como propósito asegurar gobernabilidad y estabilidad política.
La democracia es “un procedimiento de gobierno” y es también un sistema de derechos civiles y políticos elecciones libres e imparciales. El pueblo elige el gobierno a través del voto en elecciones democráticas. Y la Junta Central Electoral es quien organiza las elecciones, garantizando que el voto sea libre, justo y transparente.
Aunque desde que se restauró la democracia dominicana, en 1962, se han realizado 16 procesos electorales y la Carta Magna ha sufrido 39 modificaciones, ha sido necesario esperar 100 años para que el sistema electoral se ocupe de crear escuelas de formación electoral para la ciudadanía, lo cual puede verse desde distintas perspectivas, tanto positivas como críticas.
Pero ahora, no contaremos esa historia, más bien se puede resumir diciendo que el propio órgano electoral, al asumir esta tarea, reafirma que no sólo administra elecciones, sino que construye cultura democrática.
Esta es la visión del actual presidente de la JCE, Román A. Jáquez Liranzo –el presidente de los 100 años del órgano electoral (creado en 1923)–, quien ha anunciado al país la creación de la primera Licenciatura de Administración Electoral, a través del Instituto Especializado Superior de Formación Política Electoral y del Estado Civil (IESPEC), al que describió como “la universidad de nuestra democracia y de nuestra identidad”. Con toda certeza los programas estarán orientados a mejorar la calidad de la democracia y las líneas estratégicas a promover la formación de docentes e investigadores en favor de la ciudadanía, y “un continuo incremento de actividades propias”, a las que este armador de la JCE nos tiene acostumbrado.
Él reconoce que este es el nuevo eje de la democracia electoral y el nuevo esquema de los valores electorales.
La educación cívica es uno de los pilares fundamentales para legitimar la democracia. Nuestra Constitución es consciente, crítica y está comprometida con el sistema democrático. Lo establece en la sección II, de los Derechos Económicos y Sociales de la Constitución vigente, en su artículo 63-13.
“Derecho a la educación. Toda persona tiene derecho a una educación integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones”.
Apartado 13) “Con la finalidad de formar ciudadanas y ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes, en todas las instituciones de educación pública y privada, serán obligatorias la instrucción en la formación social y cívica, la enseñanza de la Constitución, de los derechos y garantías fundamentales, de los valores patrios y de los principios de convivencia pacífica”. ¡Viva la JCE!