Nuestras pasiones
Sé adicto a tus pasiones, no a tus distracciones. Me llegó esto en uno de esos miles de mensajes que corren por las redes y la verdad que me puso a pensar.
Cambiando la palabra adicto, que no me gusta por la connotación que tiene, creo firmemente que debemos identificar cuáles son nuestras pasiones en la vida y ponerlas en el top de todo.
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De esas pasiones también surge nuestro propósito, porque, al final, deberían ser lo mismo.
Hacer con pasión aquello para lo que la vida te ha destinado no tiene comparación.
Y ahí entran en juego las distracciones; muchas veces las llamamos compromisos, responsabilidades, pero les damos tanta importancia que acabamos boicoteando nuestras pasiones.
A veces siento como que nos programan para el sufrimiento, que la vida no puede ser como queremos que sea y tenemos que sufrir por obligación.
En realidad, debemos identificar aquello que realmente depende de nosotros y podemos decidir, quitándonos de encima los prejuicios y el «qué dirán» para convertirlo en nuestra prioridad.
Luego llega aquello que no podemos controlar, que realmente se transforma en una distracción, pero que afrontaremos igualmente y, en muchas ocasiones, traerá sufrimiento.
Si eso se convierte en la excepción y no en la norma, si en nuestro día a día nos centramos en lo que amamos, nos hace felices, podemos controlar, nos llena… estaremos preparados para todo lo demás.
Por el contrario, si nuestra vida está cargada de distracciones y las pasiones son sólo esporádicas o como un premio, cuando llegue lo imprevisto estaremos agotados y sin capacidad emocional para defendernos. Y que conste que no digo que seamos irresponsables.
Digo que seamos capaces de soltar lastres sociales y enfocarnos en aquello que, real y efectivamente, es nuestra pasión, en todos los sentidos.
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