Si noviembre ha de venir según la forma en que ha empezado a despedirse octubre, las autoridades responsables para casos de emergencia harían bien en tomar previsiones, porque los antecedentes de los dos años recién pasados han sido aleccionadores.
El 4 de noviembre de 2022 todavía tiene dolientes, y los tiene el 18 de noviembre del año pasado, cuando las lluvias torrenciales, igual que en el anterior, causaron bajas humanas y serios daños económicos y estructurales.
Una extendida jornada preventiva acaso sea lo conveniente, a propósito de los efectos sobre el país de una vaguada, una onda tropical y un sistema frontal en esta semana.
Las aguas del pasado miércoles sobre Santiago y otras comunidades del norte fueron abundantes. Aprovechemos los efectos sobre el Estadio Cibao para llamar la atención de lo que puede sucedernos a todos, a propósito de un hecho ampliamente difundido en redes sociales y “chat” como una manera de ir entrando en pelota y de embromar a los aguiluchos.
Que el estadio de uno de los equipos más carismático de la pelota invernal dominicana se convirtiera en “ piscina” puede parecerle simpático a muchos, pero si ocurre en barrios y sectores climáticamente expuestos podemos pasar de la risa al llanto en cuestión de horas.
Noviembre está a un tris y en los dos años precedentes ha dejado grandes daños.
