Santo Domingo.-Los sonidos emitidos por los cuencos llevan al cerebro sustancias sonadoras neuro transmisoras que restauran la armonía entre los lóbulos derecho e izquierdo, produciéndose un estado de equilibrio, tanto a nivel físico, energético, magnética y eléctrico.

Así se refiere Rafael Álvarez, director de Casa Holos, al poder curativo del sonido de los cuencos tibetanos, el cual produce un sentimiento de paz y bienestar, liberando endorfinas que “nos permiten entrar en un estado más profundo de relajación y de reposo los músculos”.

De acuerdo a Álvarez, las notas altas actúan en el cuerpo para las contracturas musculares, sacando el cansancio y estrés; mientras que las graves inciden en los órganos -pulmones, corazón y abdomen-, ayudando a que “se respire más serenos, el corazón armoniza su ritmo y se mueve el abdomen con la respiración abdominal”.

Agrega: “Estos sonidos modifican nuestras ondas cerebrales, lo cual ayuda a entrar en niveles de conciencia desconocidos, donde se encuentran los estados místicos y de sanación, ofreciéndonos una mayor receptividad a la auto sanación”.

El director de Casa Holos explica que los cuencos están basados en el principio de resonancia, el cual dice que una vibración con mayor intensidad y armonía logra contagiar a otra más difusa y poco saludable. Estos sonidos sanan en tres niveles: cuerpo físico, mental y emocional.