El asesinato de las hermanas Mirabal un día como hoy en 1960 laceró la conciencia dominicana a tal punto que se expandió la convicción de que había que ponerle fin a la sangrienta dictadura de Rafael Leonidas Trujillo.
Durante años, el 25 de noviembre era una efeméride prácticamente con una connotación local y vinculada casi de manera exclusiva a la lucha antiterrorista hasta que hace 25 años se propuso en la Organización de las Naciones Unidas que se proclamara esa fecha como Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer y así se aprobó.
A lo largo de los años, República Dominicana ha avanzado significativamente en la lucha contra la violencia hacia las mujeres.
Las estadísticas de feminicidios reflejan una disminución alentadora. En 2020, se registraron 99 casos de mujeres asesinadas por razones de género, mientras que en 2023, la cifra descendió a 69.
Este progreso, que representa una reducción de casi un 30 %, es fruto de esfuerzos coordinados entre el Estado, las organizaciones sociales y la ciudadanía.
Sin embargo, aunque esta tendencia es positiva, sigue siendo insuficiente. Cada vida perdida a causa de la violencia machista es una tragedia que nos desafía a seguir luchando hasta alcanzar la meta de cero feminicidios.
A pesar de estos avances, la lucha está lejos de terminar. Los reductos de violencia hacia las mujeres están profundamente enraizados en una cultura que, históricamente, ha normalizado el control y la subordinación de las mujeres. Este problema no se resuelve solo con leyes ni con programas, aunque ambos son fundamentales.
La clave está en transformar la mentalidad colectiva y, para ello, la educación juega un papel esencial.
Hoy, al honrar la memoria de las hermanas Mirabal y de todas las mujeres víctimas de la violencia de género, debemos reafirmar nuestro compromiso con esta causa.
Una República Dominicana libre de feminicidios
no solo es posible, es una deuda histórica y moral que debemos saldar.