No somos el centro del universo

No somos el centro del universo

No somos el centro del universo

Mayra de Peña

Leyendo el libro ¨Más allá de la imaginación´, mi alma se rebosaba de gozo y de agradecimiento a Dios por haberme dotado de la capacidad de valorar su perfección a través de la creación y aquilatar su inmenso amor y poder, aunque sé que estas capacidades distan mucho de equiparar lo inmenso que realmente es.

Al leerlo, una vez más sentí que otros al igual que yo han asimilado lo gigantesco que es el universo y lo pequeño que es la tierra ante él, de reconocer que no somos el centro del universo sino más bien, un puntito dentro del mismo. El comprender la perfección del ser humano, pues dentro del cuerpo hay una sincronización inmejorable y sobre todo… el tener consciencia de la hermosa capacidad que tenemos de pensar, programar, crear y elegir, colocándonos en un sitial privilegiado ante todo lo demás creado y conocido, pero aún más, profundizar en el ordenamiento de todas las cosas, lo que nos habla del carácter de Dios…nuestro creador.

Quiero compartir el pasaje de Isaias cap. 6 en la Biblia que nos habla del encuentre del Profeta Isaias con Dios y dice ¨En el año en que murió el rey Uzías vi al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el Templo. Por encima de él habían Serafines y el uno al otro daba voces diciendo:«¡Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!» Los quicios de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la Casa se llenó de humo. Entonces dije ¨¡Ay de mí que soy muerto!, porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos¨. Y voló hacia mi uno de los Serafines, trayendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas. Y Tocando con él sobre mi boca, dijo:—He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa y limpio tu pecado¨.

Comparando este episodio del Profeta Isaías en torno a lo que representaba estar en la presencia de Dios y comparando con la facilidad que podemos en nuestro tiempo acceder al Trono del Señor, valoro y agradezco la magnitud del sacrificio de Jesús, el Hijo de Dios, quien con su muerte en la Cruz del Calvario pagó nuestras culpas y nos hizo acepto al Trono de la Gracia y mediante su Santo Espíritu podemos interactuar con Dios, sentir su presencia sin temor y gozamos de la confianza de saber que El es una realidad en nuestras vidas.

Observo cómo la gente trata a Dios muy a la ligera…, lo irrespeta, no aquilata en lo más mínimo con quien es que está tratando y da por sentado que todo lo que tiene lo merece y lo que le falta es culpa de Dios, de acuerdo a su manera de pensar, pues para lo que le conviene Dios no existe pero para lo malo la culpa es de Él.

Todo lo que poseemos nos fue dado por gracia, nosotros no hicimos absolutamente nada para merecerlo. Nos ufanamos de los ¨avances¨ que hemos tenido en ciencia y tecnología, ignorando que todo y mucho más hubiera estado en nuestras manos desde el inicio, pero en nuestro deseo de ser como Dios perdimos la perspectiva y con ello la oportunidad de gozar de las maravillas en todos los sentidos que Dios había dispuesto para nosotros desde el inicio.

Nos hemos equivocado totalmente y estamos viviendo las consecuencias de nuestro error, y peor aún, las mismas se irán agudizando sino volvemos nuestra mirada a quien nos creó y reconocemos que todo lo que existe….es por El, pues tarde o temprano tendremos que responder por lo que puso en nuestras manos.
Cada segundo de nuestras vidas es una oportunidad para tornarnos a Dios y comenzar a ver la vida bajo la mejor de las perspectivas!!



Mayra De Peña

Lic. en Contabilidad, egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), graduada de Periodista, en el Instituto Dominicano de Periodismo (IDP). Locutora, con un Diplomado en Comercio Exterior, y Diplomado en Política Estratégica. He desempeñado diversas funciones dentro del sector Privado y Gubernamental. Hija de Dios y amante de la naturaleza. Creo en vivir a plenitud de manera equilibrada y en lo significativo de quererse y valorarse como individuo. Soy una feliz madre de tres hermosas hijas, creo en el matrimonio, en la institución familiar y en la importancia de predicar con el ejemplo. Amo escribir y con ello transmitir mi sentir y sobre todo tengo en alto estima alimentar el espíritu, pues de él mana la vida.

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