El demonio no por viejo se vuelve bueno, aunque sí le permita saber más.
Igual con el quehacer humano, no por hacer lo malo por mucho tiempo convierte a lo malo en bueno.
La realidad es que entregar dinero a legisladores, diputados y senadores para que hagan clientelismo es una vieja práctica.
Pero no por vieja se convierte en correcta.
También es cierto que en los últimos años se ha reducido, lo cual hasta ha podido provocar la “malcriadeza” de algún que otro legislador que ha optado por no recibir lo asignado como rabieta al no resultar satisfecho su pedido de que le den más.
Pero no es suficiente, lo deseable es la erradicación completa de esa vieja práctica.
Nuestros legisladores persisten en una distorsión de sus funciones que inició con la asignación de fondos en el Presupuesto a entidades inorgánicas pertenecientes a diputados y senadores y que se consolidó con la creación del injustificable barrilito.