Mayra de Peña
Es bien sabido que la vida se traduce en líneas curvas que suben y bajan, por lo que no podemos perder la perspectiva ni desenfocarnos, pues aunque experimentan esos altibajos las líneas siguen su trayectoria, no se detienen y en la medida que asimilamos y respondemos ante nuestros altos y bajos, en esa dimensión la trayectoria se hace más viable.
La vida es cíclica y se nos hace difícil mantener nuestro ánimo arriba cuando nos llegan las enfermedades o envejecemos, sobre todo que el espíritu no envejece al mismo ritmo, más bien mira todo con ojos llenos de sapiencia; de igual manera si no tenemos trabajo o si nuestras familias no han escalados los sitiales que hemos soñado o vemos partir uno de los nuestros.
Ni que decirle el sentir ante tanta injusticia, inseguridad, corrupción, e infinidad de comportamientos que solemos ver desfilar en torno nuestro y pensamos, oh Dios, ¿cuándo el orden que fue concebido por ti para lo que creaste será una realidad?
Dios nos ha llamado a ser fuertes, nos insta en su Palabra a pedirle que nos dé la fuerza del búfalo y la ligereza del águila para poder torear esta trayectoria y, sobre todo, a depositar nuestra confianza en Él, llevándole nuestras cargas y dejándole que tenga la última palabra.
Sé que Dios no transgrede su propia ley y que tal y como lo prometió se hará. Conozco que hemos sido creados con carácter de eternidad y tal y como lo dijera el Señor, en la hora precisa nuestros cuerpos serán transformados y es entonces cuando entenderemos que todo ha valido la pena, tomaremos consciencia de que Dios efectivamente tenía pensamientos de bien y no de mal para nuestras vidas y podremos disfrutar de todo aquello que ha prometido.
Muchos piensan que lo anteriormente dicho es una utopía, y es que estamos acostumbrados a creer en lo que se puede palpar, pero sé que no es así, que este componente perfecto que llamamos ser humano no puede quedarse a la mitad del camino, existe demasiada perfección en todo lo que lo compone para que todo termine aquí y es que mediante el Plan Divino Jesús ha prometido que habrá resurrección y yo le creo.
Mientras esto llega seamos fuertes, no nos amilanemos ante las luchas y pruebas de la vida, aprendamos a vivir cada día como el último, aprovechando al máximo la oportunidad de vivir.
Tengamos la firme decisión de reír más que llorar, de dar más que recibir, de amar en vez de odiar, de servir antes de querer ser servidos, pidamos a Dios sabiduría e inteligencia para aprender a pesar en la balanza y hacerlo de manera justa.
Jamás olvidemos que es de sabios ocuparnos, mas no preocuparnos, hagamos lo que nos corresponda hacer y dependa de nosotros, lo demás, sobre lo que no tenemos potestad de cambiar, dejémoslo en las manos del que sí puede… nuestro poderoso Dios y es que con Él somos más que vencedores!!
