No le temamos al “creole”

No le temamos al “creole”

No le temamos al “creole”

Rafael Molina Morillo, director de El Día

Hay gente que odia a los haitianos. Hay gente que no los odia, pero les teme. Y hay gente que ve a los haitianos como lo que son: seres humanos que, viviendo en extrema pobreza, teóricamente son sujetos de derecho, aunque muchos de ellos no lo saben.

Pero la realidad es que Haití existe y nosotros también. La población crece cada año en ambos pedazos de la isla, y más tarde o más temprano nos mezclaremos formal o informalmente. Ya, por fin, en este lado de la inexistente frontera se están tomando medidas para regularizar los problemas de nacionalidad y de residencia de los vecinos en nuestro territorio.

Ese es un gran paso, pero falta algo muy importante: debemos preservar a toda costa nuestro patrimonio cultural para evitar que el mismo se desnaturalice dando paso a que culturas foráneas se impongan aquí y desplacen a la nuestra.

La mejor forma de cuidar lo nuestro es, paradójicamente, conocer bien de qué queremos cuidarnos. En este caso, cuidemos el idioma, sin dejar de aprender también los idiomas ajenos.

Así como aprendemos el inglés y otras lenguas que invisten a sus hablantes de cierta superioridad sobre el que no los conoce, debemos fomentar el estudio del “creole” que hablan los haitianos, porque ellos, al conocer el castellano (como lo hacen casi todos), nos llevan ventaja al hablar dos idiomas mientras nosotros solo hablamos uno.

Comencemos, por ejemplo, con los avisos oficiales que se publican en la prensa llamando a los extranjeros a regularizar su presencia aquí y a obtener su ciudadanía dominicana.

Esos avisos deberían también publicarse en “creole” e igualmente difundirse por la radio en el mismo lenguaje, para que los entiendan los más interesados.

No le temamos al “creole”. El “creole” no muerde ni ocupa espacio en el cerebro.



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