Hoy he escuchado la radio, he leído los periódicos, he visto la televisión, he pegado la oreja para saber qué se habla en las calles o en los bares, y no he oído hablar de amor.
Me he movido de un lado a otro con los oídos alerta, pero nadie ha pronunciado la mágica palabra. He oído hablar de impuestos, de violencia, de accidentes, de famosos, de fraudes…
He oído hablar de béisbol, de política
pero no he oído hablar de amor.
Me he acercado a las parejas y las he oído hablar de dinero, de carros, de ropa, de propiedades
De lo que hacen los demás, del colegio de los niños, del cine, de divorcios, de problemas
pero no he oído hablar de amor.
He visto a la gente protestar por todo: porque hay baches en las calles, porque la grúa se llevó el carro, porque un político dijo algo que no gustó, porque la sopa estaba fría, porque subieron el precio de no sé qué producto
pero no he visto a nadie protestar por falta de amor.
Me he cruzado con una manifestación, pero en ninguna pancarta he podido leer la palabra amor.
Yo me pregunto, y le pregunto a usted, lector o lectora: ¿qué pasa? ¿Tan insignificante es el amor que nadie habla de él, que nadie le echa de menos?
Me han dado ganas de gritar en medio de la calle: ¡Amor, amor, amor!
(Cortesía de la emisora Millenium, de Buenos Aires, Argentina).
No he oído hablar de amor