El caso del afroamericano George Floyd, al que un policía blanco asesinó al colocar su rodilla sobre su cuello, contra el pavimento, y aun esposado, ha sido como la gota que al derramarse desató la ira de miles de personas en Estados Unidos y en el mundo, las cuales se han movilizado para protestar contra un hecho bárbaro, que no podemos ver como un suceso aislado.
Como dijo el reverendo Al Sharptons en las honras fúnebres de Floyd, este acto de crueldad y de opresión ha venido sucediendo durante 401 años contra los hombres y mujeres negros, en el país del Tío Sam.
En efecto, se trata de un comportamiento histórico, que sólo durante los últimos 29 años identifica nombres y apellidos de personas víctimas de crímenes o de acciones infames contra su integridad física: Rodney King, en 1991; Amadou Diallo, en 1999; Sean Bell, en el 2006; Oscar Grant, en el 2009; Trayvon Martin, en el 2013; Eric Garner, en el 2014; Michael Browm, en el 2014; Laquan McDonald, en el 2015; Freddie Gray, en el 2015; Antwon Rose, en el 2018; Ahmoud Arbery, en el 2020; Breonna Taylor, en el 2020, y ahora el caso de George Floyd.
uestra viva de que el cruel racismo ha sido y sigue siendo un componente fundamental de la ideología del imperio.
En los Estados Unidos a pesar de la proclamación de la igualdad de todos los seres humanos, lo cierto es que los norteamericanos al fundar su “nación imaginada”, en 1776, fundaron una comunidad que establecía jerarquías que diferenciaban pobres de ricos, mujeres de hombres, negros de blancos.
Bien lo sostiene Yuval N. Harari: “muchos de los que firmaron la Declaración de Independencia eran dueños de esclavos. Y no liberaron a sus esclavos después de firmar la Declaración… En su opinión, los derechos de los hombres tenían poco que ver con los negros” (“Sapiens, De animales a dioses”, 2014, Pág. 153).
La discriminación y el racismo en Estados Unidos, y en muchos otros países, no es algo que hace víctimas sólo a los afroamericanos, también los son los latinoamericanos, y los dominicanos como parte de ellos.
De ahí la participación de muchos dominicanos en las manifestaciones realizadas. Pero también internamente en República Dominicana, se practica la discriminación y el racismo.
Ahí están como simples muestras para confirmarlo, la declaración de la inteligente reina del último concurso de belleza de la República Dominicana, Clauvid Daly, quien ha declarado públicamente que por sus características étnicas, fue víctima de muchos comentarios desagradables y de la calificación de “haitiana”, luego de ser elegida.
Iguales señalamientos ha hecho sobre la conducta discriminatoria, nuestra artista internacional Amara La Negra. No nos llamemos a engaños: en el país hay racismo. Y los racistas deben saber que la discriminación y el racismo son un crimen y una expresión de gran atraso personal y social.