No al golpe de Estado contra Evo

No al golpe de Estado contra Evo

No al golpe de Estado contra Evo

German Marte

La derecha no perdona, y menos que un indígena se haya atrevido a poner los recursos de su país al servicio de la mayoría.

Que después del fin de la Guerra Fría los golpes de Estado en América Latina serían cosa del pasado, que se respetaría la voluntad de los pueblos, eso creía o quería creer mucha gente buena, pero ingenua. Pero la verdad es que el peligro siempre ha estado ahí, esperando una oportunidad.

La razón es que el sector más atrasado de la derecha de nuestra querida América morena siempre ha sido una retranca al avance político, económico y social de nuestros países, y por eso cada vez que surge un gobierno democrático, liberal, que toma decisiones a favor de las mayorías hambrientas, es blanco de sus ataques, en ocasiones con disimulo, pero casi siempre descaradamente.

El método poco importa, pues va desde un brutal golpe de Estado, pasando por el sabotaje, la guerra mediática, la aniquilación moral, la guerra económica.

La sangre derramada, las penurias de los pueblos no importan. El objetivo es derribar a los presidentes que no se sometan a sus designios.

Ejemplos hay por montones: Jacobo Arbenz, Juan Bosch, Salvador Allende, Maurice Bishop, Manuel Zelaya, Hugo Chávez, Lula da Silva, Dilma Rousseff, Rafael Correa y ahora Evo Morales. Este último había ido demasiado lejos para ser indígena.

Evo Morales logró reducir la pobreza de 32% a menos de 16%, nacionalizó los pozos de gas natural, petróleo y la mina de estaño. Además, estatizó la telefónica y en lugar de enriquecerse él o su grupo más cercano –como se acostumbra por estos lares- invirtió los recursos para mejorar las condiciones de vida de una población donde el 70% es indígena.

Eliminó el analfabetismo y refundó a Bolivia, convirtiéndola en un Estado plurinacional, donde cada etnia es reconocida y se respetan sus valores. Un verdadero hito.

En 14 años de gobierno Morales, un antiguo dirigente cocalero, logró lo que la casta dirigente de su país, de derecha, no había podido hacer en más 500 años: eliminar el analfabetismo.

Aquí Danilo Medina se vanagloria de haber puesto en funcionamiento una línea del teleférico. En Bolivia hay 10 líneas de este moderno transporte.

Evo Morales puso a su país, uno de los más pobres del continente, en el mapa mundial. Le devolvió la dignidad. Cualquiera que sea su destino final, este indígena sin igual ya tiene reservado un lugar en la historia.

Esa misma historia se encargará de juzgar a los golpistas de hoy, como lo ha hecho con las lacras de ayer, y también a lacras como Luis Almagro y la desacreditada OEA, que hoy debe estar regocijada por el papel “estelar” jugado en toda esta trama contra uno de los presidentes más nobles del continente.

Nuestro país también ha sufrido las consecuencias de un golpe de Estado a un presidente íntegro y progresista, y por eso, lo menos que debemos hacer los buenos es expresar nuestra solidaridad con el pueblo boliviano y el presidente Evo Morales, que ha preferido el exilio antes que ver bañada en sangre a su querida patria.



German Marte

Editor www.eldia.com.do

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