Nos unimos al gozo y la alegría por el 50 aniversario de Ordenación Sacerdotal de nuestro querido monseñor Nicanor Peña, a quien el Salmo 89, 2, “Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré su fidelidad por generaciones”, le describe; quien desde su juventud ha llevado una vida ejemplar viviendo con fidelidad al estilo del Buen Pastor, manteniendo con intensa alegría su vida sacerdotal, que ahora, a sus cincuenta años de presbítero, simboliza plenamente la vida sacerdotal tan necesaria y notable en estos tiempos.
Monseñor Gregorio Nicanor Peña realizó sus estudios de Filosofía y Teología en el Pontificio Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino y otros estudios en el extranjero.
El 22 de junio de 1968 fue ordenado sacerdote y designado en la arquidiócesis de Santiago de los Caballeros.
Recibió su ordenación episcopal el 25 de enero de 1997, convirtiéndose en el primer obispo de la diócesis de Puerto Plata.
En 2004 fue nombrado obispo de la diócesis de Nuestra Señora de la Altagracia, Higüey. Fue elegido presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) en la Quincuagésima Segunda Asamblea Plenaria de la CED, celebrada del 29 de junio al 4 de julio de 2014 en la Casa Arquidiocesana María de la Altagracia, servicio magistral en el que permaneció hasta el año 2017.
Su Excelencia, ha desarrollado su trayectoria sacerdotal en tres diócesis: Santiago de los Caballeros, Puerto Plata e Higüey. Con su testimonio ha contagiado a los laicos, novios y matrimonios, al asumir un modo de vida donde el proyecto del Reino de Dios es su esencia.
Se puede destacar también su gran amor al sacerdocio, siendo fecundo en las vocaciones sacerdotales y acompañamiento a innumerables sacerdotes.
Cuando uno le pregunta a cualquier persona donde ha trabajado nuestro querido monseñor, pronuncian siempre una palabra que suena como un coro, “le queremos mucho”.
Toda su vida ha sido una entrega a nuestra iglesia.
Su capacidad de entrega, discernimiento e inteligencia los ha integrado de forma armónica, convirtiéndose en modelo para muchos jóvenes sacerdotes, además su esmero por valorar el gran sentido del misterio pascual a través de la liturgia.
Las relaciones humanas, clave para cualquier profesión, más cuando se trata de un sacerdote, monseñor Nicanor las ha desarrollado formando parte de su accionar como consagrado, actuando siempre como un hombre libre, fundamentado en la verdad.
En su labor sacerdotal ha proyectado una entrega total al servicio del Evangelio.
En esta dimensión se puede destacar la formación de muchos laicos, donde él promovió el desarrollo humano integral.
Esta misión sacerdotal la desarrolló en los sectores más pobres, por ejemplo en la parroquia Santa Ana, de la arquidiócesis de Santiago, donde promovió el sentido solidario, la relación social, la responsabilidad y la moral cristiana.
Una dimensión en su labor pastoral fue el crecimiento espiritual y el amor a la eucaristía como fuente y cumbre de la vida cristiana.
Es un hombre que asumió el Vaticano II con mucha vivencia; como sabemos, monseñor Nicanor Peña fue ordenado en 1968 en pleno pontificado de Pablo VI.
Nicanor vivió el modelo de Iglesia postconcilio, donde supo combinar la gran vitalidad del aporte del Concilio Vaticano II integrado a la Iglesia local, específicamente en la arquidiócesis de Santiago de los Caballeros, realizando iniciativas evangelizadoras nuevas, adaptadas al nuevo modelo del Vaticano II.
*Por Monseñor Jesús Castro Marte,
Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo