Necesidades creadas por Covid-19 agravaría brecha de desigualdad, educación y género

Necesidades creadas por Covid-19 agravaría brecha de desigualdad, educación y género

Necesidades creadas por Covid-19 agravaría brecha de desigualdad, educación y género

People wear face masks, as a precautionary measure against the spread of the new coronavirus, COVID-19, while collecting water in the Petare neighborhood Caracas, on March 16, 2020. - Venezuelan President Nicolas Maduro ordered on Sunday a "collective quarantine" in seven states, including the capital Caracas, from Monday to stem the spread of the new coronavirus pandemic. (Photo by Cristian Hernandez / AFP)

La pandemia del coronavirus no solo está golpeando la salud y la economía nacional, sino también el avance de programas que tienen por objetivo un mejor desarrollo y bienestar de la población, como aquellos señalados en los 17 puntos que conforman la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ADS),  muchos de los cuáles puede que no encuentren los recursos suficientes para materializarse.

Por ejemplo, el Covid-19 está golpeando de manera significativa a España y Estados Unidos, desde donde se genera más del 80% del total de remesas que llega al país, la cual  ya se está viendo mermada  por la paralización de la actividad productiva en esa naciones y el tiempo que tardarán en volver a los niveles de empleo previo a la crisis sanitaria. Por consiguiente,  se espera que este año se verán disminuciones en cantidad de unidades remesadas por personas remitentes y, por tanto, en el volumen total enviado.

Este  menor flujo en el nivel de las remesas y la caída en el ingreso nominal mensual de una parte importante de los ex trabajadores fijos estaría apuntando a que los mecanismos internos y externos del movimiento de recursos que contempla el ODS 17, sobre Alianzas para el logro de los objetivos, se verían debilitados en el nuevo desempeño social y económico al salir del estrés sanitario.

Tomando en cuenta que, para el corto plazo, es bastante estrecho el espacio fiscal con que cuenta el país para ampliar la canasta de medidas compensatorias en el ámbito socioeconómico, parecería ser necesario agenciarse el mayor apoyo posible con organismos externos, sobre todo en forma de donaciones en especial para apoyar los sectores de menores ingresos y de esa manera compensar los efectos sociales de los eventos desatados y catalizados por COVID-19.

Cabe señalar, además, que la captación de recursos tributarios habrá de tener  un grave constreñimiento en el presente año; primero, vía ITBIS, por la inactividad  parcial y o total en casi todo el espectro productivo y comercial, y segundo, por la probable reprogramación en las cuotas de los ingresos sobre la renta a que es probable obligue el estrés a que estarán sometidos los ingresos brutos nominales en empresas y familias, dado que aún no nace la estrella que ilumine un final que permita pensar en la vuelta a la reactivación en el muy corto plazo, es decir, en este mismo primer semestre del 2020.

En la «Reducción de las desigualdades» (ODS10) también hay alta posibilidad de retrocesos que viene alimentado por el aumento esperado en la pobreza, la ampliación de las brechas en género que  traerá el nuevo reacomodo productivo, social y familiar (ODS 5), el aumento en el deterioro de calidad de empleos, así como por la pérdida relativa en ingresos familiares en aquellos segmentos poblacionales de mediano y menores ingresos  que reciben remesas.

Por consiguiente, se puede esperar movimiento en la situación inter-genero, lo que no se puede colegir aún es hacia dónde apuntará el movimiento, pues es probable que algunos patrones de comportamiento en el lado de las empresas cambien durante el proceso de reactivación. Eso sí, habría que asumir que en la remuneración a destajo la mayor oferta relativa de mano de obra podría presionar a una baja en mayor proporción en mujeres que en hombres ampliando la brecha salarial por hora entre género.

Como era de esperar, el ODS 4 sobre Educación de calidad resultó impactado de manera directa, al ser uno de los primeros sectores donde se hacía necesario desconcentrar población, que recibe el servicio en su modalidad presencial. La totalidad del sector paralizó los servicios educativos.

En parte de las instituciones y de las familias que cuentan con activos tecnológicos se ha instaurado la modalidad de servicio educativo a distancia, esto es  en alrededor del 70% de la población estudiantil;  mientras la otra, (30%) no ha podido instaurar la modalidad a distancia por la barreras estructurales sociales y en infraestructuras. De modo que, para la parte que está desconectada del servicio educativo virtual,  se puede esperar retrasos para cubrir los respectivos currículos.

Por otro lado, conectado al origen de la presente coyuntura, el COVID-19, no se debería esperar impacto negativo por el lado de la oferta en los ODS 6, “agua limpia y saneamiento”, como tampoco  en la parte del ODS 7 que oferta el servicio de energía eléctrica.

En efecto, al interior de sus cadenas productivas y de distribución en ambos servicios se han introducido las medidas de protección sanitarias al personal de tal manera que no se vea interrumpido el flujo de los mencionados servicios. Claro está que la paralización parcial o total en varios de los demás sectores productivos se traduce en una menor demanda, por lo que el aporte en términos de producto anual podría verse disminuido, pero no así la oferta a las familias y la parte de los sectores económicos que mantienen los productos y servicios esenciales en movimiento.

Por consiguiente, vinculado con los efectos de la pandemia no se debería esperar efectos negativos directos importantes por el lado de la oferta de esos dos importantes servicios, aunque sí cierto constreñimiento en el producto sectorial.

Otro aspectos que deben ser precisados y ponderados en el conjunto de medidas de corto y mediano plazo que se orientan a amortiguar los impactos negativos al coronavirus, son los que tienen que ver con el ODS11, sobre “Ciudades y comunidades sostenibles”, que se refiere  a los espacios territoriales donde las personas hacen vida en sus distintos niveles. Es allí donde lo sanitario, lo social, lo económico, lo ambiental y otras dimensiones confluyen de manera simultánea en el tiempo y espacio; por consiguiente, dichos espacios sociales no están ajenos a todo o parte de lo que antes se ha expuesto sobre los demás ODS, con la salvedad de que dado la asimetría en el modelo vigente en su expresión territorial, también se estarían recibiendo los impactos de manera diferenciadas.

Efectos positivos del Covid-19

En medio de la pandemia, no todo es malo. La baja actividad en el transporte en la coyuntura, así como la caída de la demanda de energía eléctrica en los sectores productivos y comerciales ha sido un respiro en la emisión de dióxido de carbono, por lo menos en los dos espacios territoriales que concentran más del 60% de las actividades industrial, comercial, transportes, entre otras; parecería ser que la baja actividad productiva ha resultado ser beneficiosa en términos de determinados impactos ambientales.

 

Esas son buenas noticias para el ODS 13, aunque todos los impactos en los demás ODS hace temer que para el mediano plazo pueden estar amenazadas decisiones de asignación de recursos para atender esas urgencias del clima, ya que una vez se inicie la aplicación de los ingentes recursos públicos estarían demandando medidas para la completa reactivación de las actividades productivas.

 



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