Necesario consenso
Hace años que vengo insistiendo desde esta columna en la necesidad de que los dominicanos de distintas convicciones e ideologías nos aboquemos a un acuerdo nacional sobre el tema migratorio.
En cada una de esas ocasiones señalé que el tiempo apremiaba y que por tanto era necesario aprovecharlo.
No se trató de una advertencia producto de una capacidad inusual para determinar el futuro. Fue, simplemente el resultado de la aplicación del sentido común al desinterés histórico que Haití ha despertado y sigue despertando en los países más poderosos del mundo.
Era predecible que el agravamiento de la crisis haitiana viniera acompañado de la creciente indiferencia internacional.
Efectivamente, el nuevo gobierno estadounidense ha dado señales de que no pretende involucrarse mucho tiempo más en la búsqueda de la solución a este problema. A esto debemos sumarle los hechos de las últimas semanas, que han demostrado que la tensión interna respecto del tema aumenta de manera inexorable.
Por ello, es necesario que la clase política dominicana asuma el rol de liderazgo que le reconoce la Constitución de la República y que le ha otorgado el pueblo con su voto.
No es momento de recriminaciones sobre las razones de la ausencia de un pacto nacional que incluya a todos los grandes partidos políticos, sino de que todos —con la responsabilidad que les ha caracterizado en otros temas— se sienten en la mesa del diálogo a hablar, escuchar y llegar a acuerdos.
Naturalmente, este acuerdo debe incluir a la mayor parte posible de los sectores sociales. Esto implica, y también lo he dicho antes, no sólo que se escuchen voces variadas y dispares, sino que las soluciones y consensos no serán completamente satisfactorios para nadie.
Esa es la esencia de la democracia. La alternativa es dejar fuera del consenso a parte importante de la población y eso, sobre todo cuando se trata de problemas de gran magnitud, es una receta para el fracaso.
La falta de este consenso nacional incentiva la arbitrariedad porque ningún gobernante desea abrir la puerta a que imputen debilidad, pero los hechos quedan.
Lo hemos visto en esta crisis, y en pasadas. Debemos superar esa lógica, y además invertir nuestras energías en marcar un camino que nos convenga a corto, mediano y largo plazo. Hablemos.
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