Narcos y proxenetas

El secuestro de Venezuela por los organismos de seguridad de Cuba ha permitido al régimen castrista sobrevivir a los Castro y al gobierno de Chávez perpetuarse como tragicomedia, con un podrido Maduro que, de hablar con pajaritos, ha pasado a ser, según Estados Unidos, líder de un cartel de narcotráfico.
La simbiótica relación entre ambas fracasadas revoluciones trae de vuelta y media a los conservadores norteamericanos, a quienes Maduro saca la lengua burlándose de su incapacidad de apoyar efectivamente a la oposición política, a la que los castrochavistas robaron las elecciones presidenciales más recientes.
Este domingo, al realizarse elecciones municipales en Venezuela, el secretario de Estado Marco Rubio tuiteó que Washington apoya la restauración del orden democrático legal en Venezuela dado que Maduro “no es el presidente legalmente elegido y su régimen no es el Gobierno legítimo”, sino el jefe del Cartel de los Soles, acusado en tribunales estadounidenses por contrabando criminal de toneladas de drogas ilegales.
La jefe de la oposición en Caracas, la heroica María Corina Machado, respondió a Rubio con otro tuit, diciendo que “la libertad de Venezuela será el golpe histórico más certero contra el crimen organizado, el narcotráfico y el terrorismo en nuestro continente”.
Aplaudiría si no fuera porque ya es tedioso que venezolanos opositores o exilados y políticos gringos crean que pueden tumbar a Maduro sólo con desearlo o hablando. Lo bueno es que si a Trump le da con eso, apoyar a la mayoría del pueblo venezolano tumbando a la dictadura petrolera que mantiene viva a la sufrida Cuba, es un excelente negocio o “deal”: dos por uno. Y encima aplacaría la furia del huracán Epstein y la infame lista de los amigos y clientes del difunto maipiolo.