Narcisismo en la política: un juego de poder y popularidad

El narcisismo en la política: un juego de poder y popularidad

El narcisismo en la política: un juego de poder y popularidad

Miguel Otáñez.

Ya todos sabemos que la irrupción de las redes sociales ha revolucionado la forma en que los políticos se comunican con sus electores. Sin embargo, esta nueva dinámica también ha amplificado ciertos rasgos de personalidad, como el narcisismo, que pueden tener un impacto significativo en el discurso político.
Dicen los especialistas que el narcisismo, caracterizado por un egocentrismo exacerbado, una necesidad constante de admiración y una falta de empatía, encuentra en las redes sociales un terreno fértil para florecer. Los políticos narcisistas utilizan estas plataformas para construir una imagen idealizada de sí mismos, centrándose en la promoción personal en lugar de en los intereses de sus respectivas comunidades.

Un mensaje y un político como muestra

En su obra, “Los Narcisos han tomado el poder”, la psiquiatra Marie-France Hirigoyen registra un mensaje muy ilustrador sobre uno de los mayores narcisos políticos contemporáneos, Donald Trump, cuando dijo: “Creo que voy a ser el mayor productor de puestos de trabajo creado por Dios”.
Sus características
El autobombo es lo típico de los políticos narcisistas. Se dedican a promocionar sus logros personales de manera exagerada, y a presentarse como la única solución a los problemas de la sociedad.
La falta de empatía se advierte en el poco interés por las necesidades y preocupaciones de los ciudadanos, centrándose en sus propias agendas y ambiciones, por lo regular en lo que entienden ellos que afecta a la sociedad, más allá de lo real.
Su uso manipulador del lenguaje, de forma simplista y emocionalmente cargado para apelar a las emociones de los seguidores y manipular la opinión pública, es su principal ejercicio para incidir en las voluntades de los públicos.
Los ataques personales a los opositores es el centro de su mensaje, más allá de las ideas y propuestas.
Sobrepasando la típica gestión de la comunicación para elevar un mensaje o su nivel de reconocimiento, lo que buscan constantemente es la atención, porque lo necesitan, para ellos es vital ser el centro de atención siempre: generando polémica y controversia para mantener a sus seguidores enganchados.
Lo que provoca
El narcisismo digital fomenta la polarización y la división en la sociedad, al exacerbar las diferencias y construir enemigos imaginarios. Esto contribuye a la desconfianza en las instituciones, puesto que la falta de transparencia y la búsqueda constante de popularidad pueden erosionar la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas.
La toma de decisiones de los narcisos digitales se centra y son basadas en la popularidad, sobre todo en las redes sociales, en lugar de en el interés público. Este comportamiento lleva a que no siempre sean las correctas las que predominen en su accionar, sino las que más les favorecen políticamente.
Como su centro es la persona, su estilo de participación en la política hace que el debate político se reduzca a una mera confrontación de egos, impidiendo un análisis profundo de los problemas y la búsqueda de soluciones consensuadas.
Un mal legitimado
En la citada obra, Marie-France Hirigoyen explica un fenómeno que en lo particular yo no había advertido, pero ahora que lo veo junto a su texto estoy muy de acuerdo con ella, porque existe y es muy real.
“Pero hay otros especialistas que, confundiendo narcisismo y autoconfianza, ven la cuestión desde el punto de vista de la adaptación de los individuos a la sociedad y celebran el narcisismo como una forma de ser uno mismo. Sostienen que los males actuales son debidos a una falta de confianza en nosotros mismos y propugnan que todo el mundo refuerce su narcisismo”, explicó la psiquiatra.


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