Asunción.- Las mujeres rurales de Latinoamérica y el Caribe padecen una pobreza de ingresos y de recursos que se suma a una escasez de tiempo, que se consume en “la actividad productiva y reproductiva”, dijo a Efe Claudia Brito, de la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Brito, oficial de genero de la FAO en la región, señaló en una entrevista que se trata de una pobreza multidimensional que genera que esas mujeres se perpetúen en su rol “al cuidado de los hogares, de los niños y niñas y de las propias tareas del hogar».
La experta dominicana, que viajó a Asunción para el seguimiento de proyectos de género entre la FAO y el Gobierno, señaló que una de las dimensiones de esa pobreza se encuentra “en el marco de la obtención de ingresos económicos” a través de las actividades de las mujeres rurales en el trabajo de la tierra y en otros medios de sustento como la artesanía.
Brito advirtió que esa carencia económica se asocia a una pobreza de recursos en el medio en el que trabajan, con una “falta de asistencia técnica y servicios de inserción rural, la falta de espacios de capacitación y la falta de espacios de fomento para la participación comunitaria y política».
Estos dos factores acrecientan, según Brito, la tercera dimensión de la pobreza de la mujer rural en la región, la falta de tiempo, que viene dada al verse abocadas a la producción para la alimentación y convertirse en “el soporte y la garantía de la seguridad alimentaria y nutricional de nuestros países».
“Hay una total claridad de que esa seguridad alimentaria debe ir de la mano de esfuerzos a nivel de política pública para también erradicar esa pobreza de ingresos y de recursos y que la labor de la mujer en términos de seguridad alimentaria y nutricional no vaya en detrimento de sus derechos y autonomía”, añadió.
En ese sentido, Brito explicó que la solución a esa situación no pasa exclusivamente por remunerar esas tareas hasta ahora no reconocidas, sino por medidas estructurales.
“Hablamos de las leyes de empleo, los pisos mínimos de seguridad social en términos de salud. Son cuestiones mucho más estructurales que buscar una solución, tal vez mediática, de pagar por el trabajo no remunerado de las mujeres”, puntualizó.
La experta apuntó a los foros regionales como escenarios donde establecer agendas de políticas públicas que articulen la intersectorialidad de los actores públicos para mejorar la situación de la mujer rural latinoamericana y caribeña.
“Hay una gama de instituciones que están vinculadas y si esa institucionalidad no logra articularse, interlocutar, dialogar ni tener procesos de formación exhaustivos en términos de los derechos de las mujeres, es complejo llevar a cabo políticas públicas. Esos son los temas centrales para nosotros a día de hoy”, afirmó Brito.
Puso como ejemplo la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que en su punto quinto habla de igualdad entre hombres y mujeres, como una forma de articular a nivel internacional acciones concretas que puedan posteriormente desarrollarse en términos nacionales.
“La FAO está trabajando fuertemente en la construcción y el apoyo a espacios de diálogos claves a nivel regional y subregional para lograr algunos consensos e instalar una agenda clara sobre las mujeres rurales de América Latina y el Caribe”, señaló.
Pero matizó que pese a la importancia de las decisiones globales o regionales, no pueden obviarse las diferencias y las particularidades de cada grupo de mujeres a nivel nacional y local, por lo que las política públicas, en su práctica, deben de adaptarse a cada realidad.
“Cuando bajas una agenda del nivel regional a nivel nacional hay que modificar muchas cosas por esa naturaleza diferenciada entre las mujeres. No podemos hablar ni comparar nunca una mujer caribeña por ejemplo con una mujer del sur (de Latinoamérica)”, apuntó Brito.