La palabra mujer proviene del latín y se refiere a la persona adulta del sexo femenino. Ayer, 8 de marzo, se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, también llamado 8M por el día y mes en que se conmemora.
Conmemoración basada en el día en que 123 mujeres, empleadas de una fábrica en Nueva York, fallecieron luego de iniciar una huelga por mejoras salariales y laborales.
Mujeres trabajadoras y progresistas luchando por su inserción en la sociedad y el reconocimiento de sus labores.
No quiero referirme a igualdad, equidad ni reivindicaciones. Sólo a la mujer persona.
Ser humano amoroso, inteligente, laborioso, comprensivo, compasivo, sentimental, empático, reconocedor de su rol en la familia y, por tanto, cuidador de ella con su mayor sensibilidad y un gran sentido de responsabilidad.
Mi reconocimiento de hoy va a esa mujer que soporta vicisitudes, maltratos emocionales y/o físicos, infidelidades, deslealtades, insatisfacciones y mucho más en aras de mantener la familia unida y cuando no lo puede lograr, se vuelca a ser madre soltera con mayor energía y entrega que antes.
También, a esa mujer que labora fuera del hogar y trabaja en él, a la mujer que no tuvo la oportunidad de una academia o a devengar un salario.
A todas ellas las invito a amarse mucho más a sí mismas para poder amar a los demás, cuidarse física y mentalmente, valorarse, no entregar su cuerpo sino compartirlo, no permitir que las maltraten ni discriminen, buscar y encontrar la armonía en su vida y a ser auténticas.
Todos los días son de la mujer, así como de todo ser humano.