Por JOSE RAFAEL SOSA
SANTO DOMINGO.- Koldo acaba de ser dormido para siempre en País Vasco, por muerte asistida (que en España es legal), y se fue mientras su familia y algunos amigos dominicanos y de otros países, leían poesía. Se marchó con una sonrisa tranquila.
Su nombre completo, Juan Carlos Campos Sagaseta de Ilurdoz, pero en República Dominicana, país que lo acogió y en el cual se nacionalizó en 1981, era solo conocido como Koldo. Nació en Pamplona (País Vasco) el 14 de abril de 1954.
En Pamplona estudió magisterio, lo que lo convirtió en maestro de escuela, pero su vocación verdadera era la del amor por la verdad, la justicia y su actitud para escribir poesía, teatro y narrativa. Era poeta, narrador, dramaturgo, narrador, actor, y columnista de medios escritos, además de un corrector riguroso y sagaz.
El escritor y periodista vasco-dominicano estaba afectado de una condición clínica sin vuelta atrás que le iría deteriorando su calidad de vida. Entonces apelo al derecho de muerte asistida.
La mejor definición de quien fue, la elaboró él mismo: «Comencé siendo vasco –explica–, pero pronto fui también dominicano y, como insistí en seguir naciendo, ocurrió que también soy cubano, sandinista, saharaui, palestino, indio, negro, mujer…».
Koldo no dejaba indiferente a nadie y dividía las opiniones; hacia quienes se rendían ante una personalidad creativa, reflexiva, crítica, asentada firme en sus criterios sociales y políticos; y había quienes lo rechazaban, por esas mismas razones. En el país hubo incluso gente que le restaba toda importancia a su obra poética y dramatúrgica.
Era del tipo de creador que caía maravillosamente bien o terriblemente mal. Y en el medio local de los intelectuales, tan normado por los egos y las visiones parciales, no era monedita de oro. Él lo sabía y poco le importaba.
Koldo, compañero de trabajo
Tuve el honor de ser su compañero de trabajo en la redacción de El Nacional, durante cuatro años, siendo él corrector y columnista.
Era una personalidad chispeante de creatividad, cumplidor en extremo de su responsabilidad de corrector. Tenía una carpeta en la que guardaba los yerros más notables de periodistas y corresponsales de provincias.
Koldo, cuando no tenía materiales a corregir, salía del cubículo, y bromeaba en la redacción. Con los que éramos más cercanos, hablábamos de la actividad cultural o social en Santo Domingo. Era columnista de un suelto que título Cronopiando.
Sobre muerte asistida
Para un país como el nuestro en el cual la eutanasia esta proscrita, el concepto de Muerte Asistida (legalmente) es extraño.
Muerte asistida se refiere a una práctica legal mediante la cual los médicos proporcionan los medios para que una persona pueda causar voluntariamente su muerte, para poner fin a un sufrimiento clínico inevitable e inexorable. Involucra la decisión personal del paciente y en general se practica cuando se sufre de una enfermedad terminal.
Koldo optó por esa solución en vista de su situación clínica y programó el acto en cada uno de sus detalles. Sus familiares y amigos leyeron poesía universal y de él mismo.
Fuente: El Nacional