La estrategia de marca país lanzada el pasado martes constituye uno de los mayores esfuerzos combinados del sector privado y el gobierno para impulsar una política de promoción de todo lo que representa República Dominicana y su enorme potencial económico, comercial y cultural.

Distraerse en asuntos cosméticos sería un error propio de una mentalidad estrecha, incapaz de ver un bosque amazónico por la obstrucción de un simple árbol.

La estrategia tiene como fundamento proyectar todas las potencialidades de República Dominicana tanto en lo tangible como lo intangible, para que finalmente se traduzca en riquezas y en mejoras de las condiciones de vida de los dominicanos.Se han definido cinco pilares: producción, turismo, inversión, cultura (y deporte) y la gente misma (ciudadanía).

Esos esfuerzos deben ser comunicados de diversas maneras y, por tanto, la estrategia viene acompañada de un logo y un lema oficial del país, que sirven para todo lo promocional.

La estrategia de comunicación ha sido diseñada, parece que de manera adecuada, con la entusiasta participación de los sectores público y privado.

Sin embargo se ha suscitado un escándalo con el logo para la campaña, lo cual resulta grave desde el punto de vista de que, de ser cierta la sospecha de plagio, el contratista le puede haber ocasionado un daño a su cliente, que en este caso es el Gobierno dominicano.

En todo caso el cliente siempre tendrá la oportunidad de no usar el producto plagiado y hacerse de otro y que el responsable de la mala práctica enfrente las consecuencias.
Total, para el interés del Gobierno dominicano ese es el elemento cosmético.

En este caso, promovernos como destino turístico, confiable receptor de inversiones, dinámico exportador, con una gran riqueza cultural y gente comprometida con el desarrollo, es la esencia del proyecto “Marca país”.