Con una simple revisión de la legislación cualquiera se dará cuenta que en el país hay más leyes que aplicar que aquellas que faltan.
Es decir, que el problema tradicional no ha sido el olvido de disposiciones por parte de las autoridades y del Congreso Nacional.
La situación es que la mayoría de las leyes no se aplican, o cuando se hace ocurre que parte de las medidas van dirigidas a beneficiar a algún sector y perjudicar a los demás.
La Ley de Movilidad del Tránsito tenderá a crear una reestructuración de entidades en un solo instituto, pero el mal de raíz seguirá intacto, porque resolver el tránsito amerita de voluntad política, principalmente del Estado.