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Mora judicial

Este domingo, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Henry Molina, publicó un artículo en un
importante diario nacional en el cual ponderaba los efectos positivos de la estrategia del Poder Judicial contra el retraso excesivo de los jueces en emitir sentencias. Este fenómeno, conocido como “mora judicial”, ha sido, y sigue siendo, un problema grave del sistema de justicia dominicano.

Sin embargo, la forma en que se ha combatido la mora judicial ha exacerbado otros problemas
que son igualmente graves.

Un axioma del derecho señala que la justicia retardada es justicia denegada. La ausencia de una decisión
judicial que resuelva los conflictos judicializados causa perjuicios a los ciudadanos. Pero esta decisión
debe estar debidamente motivada, y es aquí donde la estrategia para enfrentar la mora ha mermado la
calidad de la justicia.

En los últimos años la calidad de la motivación de las sentencias se ha desplomado, llevando a quienes
acuden a los tribunales a no saber por qué perdieron o, a veces, por qué ganaron. Esto daña la seguridad
jurídica que las cortes deben proveer.

Aunque la correlación no implica causalidad, es notorio que esto ha coincidido con los muy celebrados
índices de reducción de la mora judicial. Hay razones de sobra para vincular ambos fenómenos.

Los jueces dominicanos son pocos, están sobrecargados de trabajo y no cuentan con el apoyo de recursos materiales y humanos necesarios para cumplir con su labor. Las salas de audiencias son diminutas, el espacio de oficinas es precario y las condiciones en que labora el personal de apoyo y secretaría son cada vez peores.

Ante este escenario, los jueces, presionados para que emitan una mayor cantidad de sentencias, pero sin
que mejoren las condiciones de trabajo propias ni las del personal que les acompaña, se ven obligados a
escoger entre calidad y cantidad. Lo peor es que muchas veces su remuneración económica depende de
ello, algo claramente injusto y contraproducente: por algo son jueces y no vendedores a comisión. Pareciera que la premisa es que la mora se debe a que a los jueces no les gusta trabajar, algo totalmente falso.

Mejorar la justicia pasa por dignificar el trabajo de los jueces y su personal de apoyo. Todo lo demás son
soluciones a corto plazo que no atienden al fondo del problema. Recordemos que las estadísticas reflejan
parte de la realidad, pero no toda.

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