Del primer ministro de Haití, al que le ha tocado una particular coyuntura para ejercer el gobierno, se puede decir, como diría un japonés para definir una situación particularmente apretada, que monta un tigre.
Montar a este animal está cargado de riesgos, pero es probable que los de bajarse, tirarse o desmontarse de cualquier modo, sean más apurados.
Y gobernar Haití
El gobierno de Ariel Henry, instalado en 2021 con el cadáver todavía caliente del presidente Jovenel Moïse y las aspiraciones de Claude Joseph de quedarse con el mando, es una situación de facto armada sobre un milagro de equilibrio. Tal vez las bandas de sus opositores políticos sea lo que le haya permitido mantenerse.