Desde el final de la Segunda Guerra Mundial que azotó a Europa y Oriente, el escenario de todas las transacciones en los mercados financieros globales ha sido dominado por el dólar estadounidense.
Esta dominación vino reforzada por los llamados Acuerdos de Bretton Woods, llevados a cabo en, Estados Unidos, entre el 1 y el 22 de julio de 1944, donde se establecieron las políticas económicas mundiales que estuvieron vigentes hasta principios de la década de 1970. Esto incluyó la creación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
A partir del llamado Shock Nixon, cuando en el 1971 como repuesta a una creciente inflación por causas bélicas, los Estados Unidos decidieron romper con el patrón oro como base del soporte y la convertibilidad entre diferentes monedas.
Este hecho trajo consigo un sistema de libre flotación de la tasa de cambio entre las principales monedas y el que cada vez más los países económicamente más fuertes fueron diversificando sus reservas monetarias con diferentes tipos de monedas.
En años recientes han surgido varios intentos por crear una nueva moneda global, como es el dólar. En principio estas acciones fueron motivados por intereses ideológicos entre el libre mercado y las economías de dirección centralizadas. Pero ya hoy en día con el creciente avance de las economías de los países denominados como BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sur África) surgen renovadas incitativas para rebatirle al dólar su omnipresencia en el comercio mundial.
Reuniones muy recientes entre el presidente Lula da Silva del Brasil y el primer ministro chino Xi Jinping han dado como resultado múltiples acuerdos entre los cuales se destaca el que expresa voluntades para realizar sus intercambios comerciales mutuos en yuanes chinos, la moneda de la República Popular China.
Esta noticia ha traído consigo nueva vez la pregunta de si con ello habremos de ver surgir una nueva moneda global que compita y destrone al dólar.
El consenso es que, aunque dichas transacciones representarán un enorme volumen monetario, apenas serán gotas en le torrente comercial mundial. Faltarían aún mucho más adherentes entre los países desarrollados para que este acuerdo amenace seriamente al dólar.