Moneda alterna global, segunda parte

Moneda alterna global, segunda parte

Moneda alterna global, segunda parte

Frederich E. Bergés

En nuestra columna anterior de la semana pasada planteamos la evolución del dólar estadounidense como la moneda global que domina el intercambio comercial, las reservas y la convertibilidad a nivel global. Hoy en día ello ha sido posible por la fuerza de la economía de EE. UU., su incidencia a nivel mundial y la fuerza y disciplina de sus instituciones. Estos principios se han venido debilitando con los años y van surgiendo poderosas economías como la China o la India que cuestionan esta hegemonía.

El más reciente intento por destronar el dólar han sido los acuerdos entre Brasil y China para realizar sus intercambios comerciales en yuanes, moneda oficial de la República Popular China, a instancias del Brasil. Pero este no es el único intento. Recientemente el presidente Lula de Silva también propuso crear el ‘sur’, moneda común entre Argentina y Brasil, como antesala de una moneda común latinoamericana.

Esa iniciativa se abocó casi inmediatamente al fracaso debido a la enorme inestabilidad cíclica que vive Argentina. En la actualidad ese país experimenta una inflación cercana al 100 %, con gran incertidumbre política y debilitamiento de sus instituciones.

Esta situación socioeconómica bien podría contagiar aún más la economía brasileña y otros países que se unirían, ya que primero hay que poner y sostener el país en orden y estabilidad antes de pensar en la creación de esta unidad de cambio monetaria.

El Fondo Monetario Internacional viene estudiando el tema de una moneda global con gran consistencia a lo largo de los últimos años. Las conclusiones principales cada vez que se estudia el tema es que para que cualquier moneda quisiera competir o remplazar al dólar debe regirse por un sistema de reglas claras y transparentes al igual que poder constituirse en unidad de libre movimiento de capitales.

Por estas razones las amenazas que surgen por desplazar el dólar hasta ahora lucen inciertas e improbable. Ni China, donde impera un control del capital, ni Brasil que vive ciclos enormes de inestabilidad, representan por ahora una amenaza real de remplazar al dólar estadounidense como moneda global.