Construir otro Najayo
Acabo de regresar de Taiwán, con el deliberado propósito de narrar mis experiencias de viaje en dos o tres entregas de esta columna, pero un acontecimiento inesperado me obliga a posponer mis artículos sobre dicho tema para mañana.
¿Cuál ha sido ese acontecimiento inesperado?
Pues, nada más y nada menos, la descripción (con fotografías y todo) de la suite privada que en la llamada cárcel modelo de Najayo tenía el malogrado narcotraficante Rolando Florián Féliz. Las comodidades, lujos y privilegios de que disfrutaba este señor dejan boquiabierto a cualquiera: teléfonos, pantalla de plasma para su televisor, pisos de madera, llave para entrar y salir de la celda en poder del propio recluso, nevera, muebles de caoba, etcétera.
¿Cómo explicar tanta irregularidad? La única respuesta se llama corrupción en grado superlativo. Corrupción que salpica prácticamente a todos los responsables del sistema carcelario (por acción u omisión), incluyendo a alcaides, directores de Prisiones, procuradores generales y todos aquellos que tenían conocimiento y toleraban esa descarada situación.
Cuando bajé del avión que me trajo del Lejano Oriente y vi las fotos de la suite de lujo de Florián en el periódico, no pude menos que pensar que aquí hace falta construir otro Najayo para meter en él a los responsables de que se haya llegado a esos extremos.
¿Cuántos más disfrutarán de similares privilegios como lo hizo durante años de prisión el narcotraficante Forián Féliz?.