Abarrotados de personas estaban los centros de vacunación, en algunos lugares se agotó por la gran demanda. Foto: José león
SANTO DOMINGO.-Hasta ayer el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica del Ministerio de Salud había conocido siete posibles casos de difteria, de los cuales cuatro fueron descartados.
José Manuel Puello, director de Gestión de Salud de la Población, explicó que al no presentar los signos característicos de la enfermedad, como marcada dificultad para tragar, acompañada de una membrana adherente color blanco grisáceo, se excluyeron.
Entre estos se encuentra un pastor de 72 años de edad que fue atendido en un centro de salud en La Romana; una niña de 5 años residente en San Luis, del municipio de Santo Domingo Oeste; un niño de 10 años de Santo Domingo Norte y un niño de 3 años San Cristóbal.
El galeno explicó que el proceso de laboratorio es largo para confirmar la bacteria, así que deben esperar los resultados de laboratorio de tres casos probables (el niño de 4 años residente en Haití, una mujer de 24 años de Los Alcarrizos y otra de 29 de Pedro Brand).
Pero en lo que llegan los resultados el Ministerio, sostuvo Puello, realizó quimioprofilaxis y vacunación a los contactos cercanos con estos tres casos.
También informó que el personal del la zona fronteriza, puertos y aeropuertos completó su esquema de vacunación.
Resaltó que los cuadros de amigdalitis y faringitis son frecuentes en la población infantil y joven, debido a que existen otros patógenos que producen infecciones en la garganta, pero la mayoría no causan enfermedad grave, por lo cual es posible que se reporten nuevos casos sospechosos por efecto del fortalecimiento de la vigilancia epidemiológica.
Raquel Pimentel, directora de Epidemiologia, recomendó a las personas que piensen viajar a países donde se confirmaron casos de difteria, vacunarse previamente.
Zacarías Garib Arbaje, director del Programa Ampliado de Inmunizaciones, dijo que la prioridad son los menores de cinco años de edad.
Indicó que en solo 4 días se ha superado la aplicación de la vacuna contra la difteria, aumentando de 2,400 a 235 mil dosis aplicadas en diferentes centros.
Garib dijo que no es vacunar por vacunar, sino hacerlo con calidad.
Durante toda mi vida escuché a mi madre decir que yo estaba viva gracias a una vacuna, la de la difteria. Cuando tenía cinco años, corrían los finales de la década de los 70.
Recuerdo una tarde la visita al pediatra, pero no era una visita regular.
Llevaba varios días con una fiebre bastante alta y un dolor de garganta espantoso. Como había tenido algunos episodios de amigdalitis parecía que se estaba repitiendo el cuadro.
Pero era algo un poco más complicado.
Mientras esperábamos el diagnóstico final fui internada en la clínica Las Mercedes ubicada todavía en la avenida San Martín. En ese entonces mi pediatra, el doctor Víctor Medrano, actuó con rapidez ante un posible diagnóstico de difteria, una enfermedad de la que conocíamos muy poco.
Pertenezco a la generación que vio pasar el sarampión, la varicela y la papera como parte de la excusa perfecta para faltar a la escuela, pero la difteria venía con un manto oscuro de incertidumbre porque podía causar la muerte en pocas horas.
Recuerdo mi estadía en aquella clínica, interna una semana en una habitación aislada, donde solo entraban las enfermeras y mis padres.
Las visitas de las enfermeras eran constante, día y noche; y para aplicar el protocolo de los antibióticos siempre venía un grupo de cuatro médicos para dar seguimiento al caso.
Recuerdo la molestia para tragar y la falta de apetito durante varios días.
Una tarde me aplicaron en las rodillas cuatro inyecciones que venían en cuatro enormes jeringuillas.
A partir de esas aplicaciones, imagino de antibióticos, recuerdo haber dormido muchas horas. Cuando finalmente rebasé la gravedad llegaron las visitas, siempre de adultos, nunca niños.
Ya una vez en casa las indicaciones médicas recomendaban aislamiento y medidas estrictas en el uso de todos los utensilios a los cuales tocaba con mi mano.
De ahí aprendimos el uso no negociable de vasos, cubiertos y platos individuales. Pero corrimos con suerte.
En 1974 fruto de un acuerdo internacional y gracias a una iniciativa de la Organización Mundial de la Salud la difteria pasó a formar parte de la lista de vacunas recomendadas para el Programa Ampliado de Inmunización para los países en desarrollo.
No fue hasta 1978 cuando a través del Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI) la República Dominicana acoge esta iniciativa e incluye como parte de las vacunas para ciertas enfermedades que podían causar la muerte o dejar secuelas a los afectados.
Comparando un poco lo pasado con el presente observo que como país aun tenemos las mismas preguntas que hace cuatro década atrás, las mismas dudas e incertidumbre acerca de una enfermedad que se consideraba ya erradicada.