Miles de personas permanecen en las calles de Katmandú, convertidas en hogares temporales para los que han perdido sus casas. AFP
Nepal.- A los equipos de rescate se les acaba el tiempo para encontrar milagros en Nepal cinco días después de que un terremoto tumbara como fichas de dominó miles de edificios en los que quedó atrapado un número de gente aún imposible de saber.
Bhaktapur era una de las joyas arquitectónicas de Nepal hasta hace unos días, cuando la naturaleza decidió borrar la historia de sus calles destrozando el templo Phasibega, del siglo XVIII; el Palacio de las 55 ventanas, Bhaktapar Dalbar, y un número de edificios difícil de enumerar entre las montañas de escombros.
Sobre uno de ellos un grupo de rescatistas coreanos lleva dos días tratando de encontrar a la hermana de Luxsun Grainju, un trabajador de publicidad de 26 años, que aguarda con los ojos enrojecidos por la congoja y el cansancio.
“Estaba fuera y, cuando volví, mi casa había desaparecido. Creo que eso de ahí abajo es la puerta”, dijo a Efe apuntando a una montaña de madera triturada, cemento demolido y barro reblandecido por la lluvia a través del cual un bombero trataba de abrir un agujero.
“No sé si está viva o muerta, solo sé que estaba en casa cuando se produjo el terremoto, creo que está ahí”, señaló, rodeado de rescatistas, bomberos y miembros del Ejército al final de un enfilado callejón lleno de escombros. Después de minutos y minutos al otro lado del callejón se oye cómo finalmente la pila informe cae y una mujer de edad vuelve por el pasillo llorando.
Es la madre. No encontraron a la hija, pero siguen cavando. La historia se repite de casa en casa. Familiares no encontrados o cuerpos machacados que ponen fin a la búsqueda.
Un joven de la Fuerza Policial Armada asegura que llevan cinco días haciendo lo mismo y que han encontrado solo 35 personas en esa zona de la ciudad.
Cuando es preguntado cuántos estaban vivos se remite a su oficial superior para responder. Pese al cansancio asegura que están con toda la energía y que no tienen tiempo para pensar en los resultados negativos. “Cuando encontramos a alguien vivo me siento orgulloso, cuando encontramos a alguien muerto no me importa”, afirmó.
Con el balance oficial de muertos superando la cifra de las 5.000 y todos los temores augurando un balance final mucho peor, cada rescate exitoso se convierte en una batería extra con la que afrontar la tragedia.
Hoy un niño de 15 años, Pemba Lama, fue rescatado entre vítores 120 horas después de quedar aprisionado en las ruinas del edificio de siete plantas en que trabajaba en una pensión del área capitalina de Gongabu.
En los últimos días, además se han encontrado con vida a varias personas en situaciones inverosímiles, alegrías que han hecho cambiar el semblante en rostros cansados de recibir malas noticias.
El martes un joven de 28 años, Rishi Khanal, fue rescatado tras permanecer 82 horas atrapado bajo los escombros de un edificio en la capital nepalí. Khanal pagó con la amputación de una pierna la vida ganada. En otro rescate ocurrido el lunes, una mujer parapléjica de 32 años pudo ser sacada viva tras 50 horas entre los escombros de su vivienda en Katmandú.
El resultado habitual en los rescates suele ser el contrario, algo que no disuade, sin embargo, a algunos que se arriesgan a volver a sus viviendas en estado ruinoso para buscar comida, enseres o incluso quedarse.
A pocos metros de la casa desaparecida de Luxsun, una mujer lavaba ropa en una palangana sentada en el suelo bajo la mirada de su hija de seis años y la amenaza de un dintel de madera quebrado y enfermo.
Ratna Maya Dhumru, como se llama la mujer, trató de huir, pero no tiene a donde, dice que el único sitio en que se puede resguardar de la lluvia que la moja a ella y a sus familiares en el campamento cada noche es lo que queda de su casa.