ESPAÑA.- Escribir canciones, juntarse con músicos, ensayar en un pequeño local, grabar un disco y salir a la carretera para actuar. Así es hoy la vida de Miguel Ríos (Granada, 81 años). Apenas ha cambiado desde los años sesenta, cuando comenzó a tallar la figura del primer y más respetado rockero que ha visto España. Llega a la cita con El País en Madrid antes de la hora, elegante, con ganas de hablar, consciente de que tiene entre manos un solvente disco de rock, El último vals.
No ha tenido paciencia y antes de que se publique (este viernes) ha comenzado la gira. Viene de presentarlo en un liceo barcelonés repleto, y seguirá así hasta bien entrado 2026.
Pregunta. La semana pasada recibí una llamada de mi jefa instándome a escribir su obituario para tenerlo preparado.
Respuesta. Pues estaría muy bien. Eso es trabajo que tienes hecho, tío. Si es un obituario serio, me parece bien que se empiece ya: es que hay mucho que contar [risas].
¿No le molesta esa percepción que tienen algunos de usted por el tema de la edad?
R. No, porque ya estoy en la rampa de salida y me estoy obligando a tomarlo con naturalidad: como va a pasar, que pase lo mejor posible y con el menor daño posible. Como no creo en la trascendencia de la vida más allá de la muerte supongo que será como dormirse. Ojalá sea como la muerte de mi padre: le dio un infarto tomando café y echando la partida de dominó con los amigos.
¿Cómo le gustaría que se titulase su obituario?
R. Había uno muy bueno que dijo Sabina de él mismo: “Nunca tuvo valor” [risas]. Yo de epitafios no ando bien. Como me voy a cremar… Me gustaría palmar, que no me cubra la tierra y esparcir el polvo en el viento.
Hay dos canciones en el nuevo disco, Rampa de salida y Si pudiera parar el tiempo, en las que asume directamente que todo se va acabando. ¿Cuándo llega a esta conclusión que a mucha gente le cuesta asumir?
R. Llevo pensando esto desde que la biografía me ha empujado a hacerlo. No tengo grandes achaques. Algunas articulaciones están regular de haber jugado al fútbol. En los chequeos me dicen que para mi edad estoy muy bien, así que no se prevé un obituario inmediato. Pero lo que he notado es que la trascendencia del tiempo está más presente. Me preocupa mucho no perder el tiempo. Antes me parecía maravilloso aburrirme, ahora es atroz. Me cuesta mucho trabajo estar un día tirado en la cama. Lo que quiero es estar consciente en todo momento.
Definiría El último vals como un álbum de rock. No hay titubeos: guitarras, sonido contundente, voz rockera…
Ríos sigue diciendo que “queríamos que fuese una secuela de Un largo tiempo, un disco acústico, pero cuando entra en la banda Luis Prado nos dice que quiere tocar la batería. Y ahí ya se convierte en eléctrico. Entre Prado y José Nortes armamos un álbum de rock and roll, sí.
También incluye canciones sociales, denunciando las condiciones de los migrantes que deben salir de su país y el trato que se les da en Europa (La otra orilla) o alertando sobre la vuelta del fascismo.
Se puede ser liberal razonable y me parece estupendo. Lo que pasa es que en España hay pocos liberales razonables: hay un balanceo terrible hacia la extrema derecha. Y no te puedes quedar inerte ante eso. Creo que hay que escribir canciones contra eso. Soy ideológicamente de izquierdas.
Artista —Legendario
Una entrevista realizada por el periódico El País, de España, el legendario artista habló de su regreso a los escenarios y de cómo ve la vida ahora que tiene más de 80 años de edad.