Migraciones y economía no se dejan confundir

Migraciones y economía no se dejan confundir

Migraciones y economía   no se dejan confundir

La Republica Dominicana ha registrado desde el siglo XIX flujos migratorios que han tenido los siguientes impactos: predominio de familias de inmigrantes europeos en la economía con una tradicional incidencia en el poder; la emigración dominicana y el uso intensivo de la mano de obra haitiana.

Pastor Vásquez, intelectual y diplomático dominicano, considera en su libro “Éxodo” que el dictador Rafael Leónidas Trujillo, en cuyo régimen tomó cuerpo el antihaitianismo hasta la masacre del 37, ha sido el principal promotor de la migración laboral haitiana para la industria azucarera.

La misma ahora se encuentra en otros rubros agrícolas y la construcción, tan indispensable en la economía como los millones de indocumentados mexicanos y latinoamericanos en los Estados Unidos.

Los inmigrantes haitianos aportan al PIB dominicano 5.4%, equivalente a RD$115,920 millones de pesos, según un estudio complementario de la Encuesta Nacional de inmigrantes realizado por la ONE-FNUAP. Los gastos sociales del Estado dominicano en salud y educación, según datos publicados por la prensa, han sido aproximadamente de 7 mil millones de pesos para 2014.

Las remesas provenientes de la República Dominicana, estimadas entre 350 y 400 millones de dólares, tienen un mayor impacto en la pobreza en Haiti que las registradas desde otros países según el Banco Mundial. Se puede decir que tienen una importancia estratégica para el país. Sin esa contribución posiblemente los que se benefician de sus envíos hubieran tomado hace mucho el camino de la frontera.

En el marco de la competencia internacional, República Dominicana se promueve como una plaza atractiva para las inversiones extranjeras. Para tales fines incesantes esfuerzos se hacen desde el CEI-RD y las misiones diplomáticas y consulares en el mundo. Igualmente se busca mercados y oportunidades para las exportaciones y la industria dominicanas.

Así, además de mantener una balanza comercial dominicana favorable en los intercambios binacionales, la ley Hope, un acuerdo bilateral entre los Estados Unidos y Haití, ha ofrecido una excelente oportunidad de mano de obra barata y otra ventana de exportación a empresarios dominicanos que se instalan de aquel lado.

En tanto que medianos y pequeños negocios controlados por inmigrantes dominicanos crecen en la capital haitiana y algunas ciudades como Jacmel, Gonaïves, San Marcos y Cabo Haitiano.

Las remesas a su país son de unos US$55 millones de dólares.

Influyentes inversionistas haitianos han hecho lo mismo en territorio dominicano.

Por un monto que nunca ha sido revelado, el Grupo Bigio adquirió desde finales de 2011 las 224 estaciones de la Texaco, 10 instalaciones de aeropuertos y 3 terminales de importación. Ese año la inversión extranjera alcanzó el monto de US$ 21,380 mil millones.

Dicho movimiento de migración de capitales se registra desde la caída de la dictadura duvalierista en 1983. Por lo que la inestabilidad política haitiana ha provocado significativas inversiones haitianas en las zonas francas, la hotelería, la restauración al igual que importantes alianzas en las telecomunicaciones.

Esas inversiones, hasta en el sector inmobiliario en los polos turísticos, en su mayoría no son contabilizadas como haitianas, por el hecho de que sus responsables tienen otra nacionalidad con la cual se sienten más seguros.

En dos restaurantes capitaleños de clase media alta los dueños haitianos prefieren no poner nada que los identifique con su país, como consecuencia de un ambiente en la opinión publica que transforma al haitiano como un enemigo de la República Dominicana.
Desde luego, hay que apoyar la regularización. Mas la exacerbación ultranacionalista manipulando al tema migratorio tiene dos peligros para la economía.

El primero es el desaliento a la inversión extranjera tanto haitiana como de otros países, por crear inseguridad y temores en los inversionistas.

El segundo es provocar un boomerang migratorio de mayor impacto.

Ello con una posible repatriación masiva de trabajadores haitianos que no tendrían los medios para sustentar y retener sus familias allá.



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