
Ojalá las organizaciones de izquierda que estén dispuestas a concurrir a las elecciones de 2028, empiecen desde ahora a hacer los preparativos correspondientes.
Los partidos del sistema, a casi tres años de las elecciones, y con la abundancia de recursos con que cuentan, están desde ahora en campaña electoral constante.
Las agrupaciones de izquierda, que por definición, son la competencia y la alternativa a esos grandes partidos, no deben perder tiempo porque luchan desde la debilidad, desde el aislamiento, la minoría y la desconexión del pueblo, y en franca desventaja de medios y recursos.
Y sobre todo, en un ambiente político agreste, dominado por el conservadurismo, en el cual el clientelismo sustituye la ideología, el márquetin bien manejado prevalece sobre el programa y el maquillaje, a veces, vale más que el mérito y el talento.
A pesar de que las elecciones tienen fecha establecida, el movimiento progresista casi siempre va postergando su intervención en el proceso, para finalmente empezar a moverse contra el tiempo y, por supuesto, siempre llega tarde.
Ojalá ahora se rompa esa tradición y los resultados sean mejores.
Sería falta de realismo pretender alcanzar la presidencia en el proceso venidero, pero puede aprovecharse la coyuntura para comenzar a proyectar caras nuevas, propuestas y liderazgos frescos, aunque sea empezando desde el anonimato.
Además, hay otros escenarios, como el municipal y el congresual. La izquierda y los movimientos sociales tienen muy buenos cuadros, hombres y mujeres luchadores que han estado junto a la gente procurando la solución de sus problemas concretos, y si se enfocan desde ahora en la competencia electoral a esos niveles, si se salen de los límites estrechos del grupo político al que pertenecen y se vinculan a la sociedad, se acercan al pueblo llano con sus propuestas de solución y sus análisis, tesoneramente, audazmente, paciente e inteligentemente, sus posibilidades son mayores.
Como son varias las organizaciones de izquierda, y la unidad en un frente común, con un candidato presidencial común, se ha vuelto siempre imposible, es más fácil entenderse y llegar a acuerdos de participación conjunta en los otros niveles y esos acuerdos también se deben procurar temprano.
Forjar el perfil de un candidato a cualquier posición requiere de habilidad, trabajo, sabiduría y requiere tiempo.
Y ocurre que el tiempo es un recurso no renovable: avanza indetenible hacia adelante y, cuando se deja pasar tranquilamente, se pierde. Después de tantas experiencias al respecto, ese error no debiera repetirse.