Tener miedo es normal. Tener dudas también. Cuando nos enfrentamos a alguna decisión que implica cambios fuertes en nuestra vida, es natural tener momentos de incertidumbre, de cambiar mil veces de opinión, de escuchar lo que otros tienen que decir y, aun así, llegar a un punto en el que definitivamente… ¡No sabes qué hacer!
No pasa nada. No nacemos con todas las respuestas y no tenemos una bolita mágica que nos diga qué va a pasar mañana.
Al final, todo va a acabar por ponerse en su lugar, incluso si dejas pasar una decisión, otra cosa llegará.
Si la tomas y te equivocas, aprende de ello y a seguir, si por el contrario aciertas, disfrútalo, aprende de ello y a seguir.
Lo que quiero decir hoy es que no pasa nada por no tener idea de lo que quieras hacer, uno se presiona mucho y deja que le presionen desde fuera y quizá simplemente no está preparado o no quiere tomar la decisión. El miedo a lo desconocido es algo por lo que todos pasamos, cada uno lo manejamos de una manera o de otra, pero todos lo vivimos.
Ahora, siempre y cuando no sea algo negativo, cuando sea algo en esencia bueno, es maravilloso cambiar el miedo por la emoción frente a lo que pueda pasar.
Esa emoción que te hacer tomar una decisión, dejando dudas y miedos atrás, y te hace disfrutar ese momento de una forma única.
¿El resultado? Pues puede pasar todo lo anterior que he mencionado, pero por lo menos nadie te quitará esos momentos de adrenalina pura, de emoción intensa que te llevaron al punto en el que estás.
En resumen, siente, vive las cosas como tu mente y tu cuerpo te pidan, y no pasa nada si no tienes todas las respuestas.