El Día 
En los últimos dos meses he argumentado que las elecciones, tal como están planteadas dentro del sistema de poder en nuestra sociedad, no representan una modificación substancial en el orden establecido.
Abstenerse de votar favorecería una de las opciones que claramente triunfará y sin una fuerza política bien organizada que impulse un cambio de sistema resultará en una acción política inútil.
Votar por Danilo Medina, y no por Hipólito Mejía, representa un acto político sensato y con vocación de futuro.
Beneficia a la clase media en función de que el PLD como partido tiene un buen historial de cuidado sobre la macroeconomía, que es la garantía para poder ahorrar y mejorar el nivel de vida de quienes tenemos salarios. Ayudara a los sectores más empobrecidos por el claro compromiso que tiene Medina con el llamado modelo brasileño.
En cambio el candidato del PRD tiene un pésimo historial, hundiendo la clase media y generando más de un millón de pobres en su gobierno.
Mientras la campaña de Danilo Medina ha sido propositiva en todo momento y ha demostrado sus cualidades personales para ser estadista, el candidato del PRD ni siquiera se ha atrevido a usar su nombre, ha vulgarizado un valor tan importante como la paternidad y ha continuado con los exabruptos que envilecieron su gestión como presidente.
La decisión no es difícil en función de lo que he expresado. Las encuestas favorecen a Medina por esos mismos motivos. Mi voto el domingo será por Danilo Medina, nuestro próximo presidente.
