Mi convicción de fe

Mi convicción de fe

Mi convicción de fe

Franklin Puello

Pocas personas saben que hace más de un año sufrí un accidente cerebrovascular. Por bendiciones de Dios estoy totalmente recuperado. Recuerdo que cuando acudí a la emergencia de una clínica, junto a mi esposa y uno de mis hijos, una doctora me inquirió: “¿Qué usted hace aquí, usted debió estar muerto ayer?”.

La médico hizo referencia a que yo tenía, en ese entonces –julio de 2022-, todos los indicadores de salud por encima de los niveles y que debí ser víctima de un infarto fulminante.

Desde entonces, me considero un milagro de Dios y acudo periódicamente a la iglesia en agradecimiento y en gratitud al Todopoderoso por mantenerme vivo para un propósito divino.

Ese percance de salud ha servido para que Dios me desprendiera del lado a muchas personas que erróneamente yo pensaba que me eran agradecidas o fieles, pero la realidad era otra. Honestamente, ahora no me hacen falta.

Y con alta convicción y conciencia he aceptado la misericordia de Dios. Agradezco que Dios me llamara por dolor a su camino y que me diera el discernimiento de aceptarlo y mantenerme por más de un año ante la cobertura de su bendición.

Por igual agradezco que cada día, Dios me acompañe en cada propósito y en cada decisión. Que me reafirme con total humildad que estamos de paso por esta vida para servir y nunca humillar a nadie, que podemos ser honestos y mantenernos alejado de la avaricia y de los despropósitos que se aprovechan para promover los antivalores.

Por convicción de fe vivo –junto a mi familia– arrodillado ante los pies de Dios, reconociendo tu total misericordia y que su bondad sobrepasa la realidad de este mundo, con el pleno convencimiento de que Dios siempre nos acompaña y nos habla, aunque nosotros siempre hemos querido actuar de acuerdo a nuestros intereses, cuando la Biblia nos sirve como una correcta guía de vida.

Me siento convencido que buscar a Dios cada día ha sido el mejor camino que he asumido y sin ningún fanatismo, vivo de acuerdo a su promesa revelada en la Biblia.

Mi agradecimiento a Dios será eterno, por ser un milagro que aún permanezca en este mundo y por la convicción de que debo cumplir con el propósito que tengo asignado: primeramente, ser mejor persona cada día y humilde, siendo inclusive un conocedor de la grandeza divina. Y totalmente obediente.