Desde que Nueva Zelanda, adoptara por primera vez en 1990, la meta de inflación formalmente, mediante la Ley del Banco de la Reserva hecho que se convirtió en un hito histórico en esa nación, y que sirvió de modelo a replicar hoy día para los demás países que la practican con bastante éxito. Mediante un enfoque legislativo se estableció por primera vez el control de la inflación como el objetivo principal del Banco Central.
“El esquema de metas de inflación fue adoptado formalmente por el Banco Central de la República Dominicana en enero de 2012. Desde entonces, la política monetaria del país se ha guiado por el objetivo de mantener la inflación dentro de un rango específico, que en 2015 se fijó en un objetivo a largo plazo del 4.0 % con un margen de tolerancia de ±1.0 %.” I.A.
El compromiso explícito de controlar la inflación como objetivo primordial y el énfasis puesto en la transparencia de la política unido a la rendición de cuentas envía señales claras al conjunto de actores que inciden directamente en las grandes variables de la economía, es decir inversionistas, ahorristas, rentistas, contratistas, gobierno, sector privado y público en general.
Llevamos 13 años desde su implementación y 26 países usan metas de inflación entre los que se encuentran: Países industrializados: Australia, Finlandia, Israel, Japón, España, Suecia, el Reino Unido y los países de la zona euro a través del Banco Central Europeo. En países en desarrollo Chile, y nosotros
Se destacan en su aplicación los Bancos Centrales: Banco de Japón, el Banco Nacional Suizo, y la Reserva Federal de Estados Unidos y el ya mencionado Banco Central Europeo mientras otros avanzan en esa dirección.
¿Cuál ha sido el desempeño de los países que fijaron su meta de inflación?
De entrada, a nosotros nos ha servido como base de estabilidad de los precios en estos trece años de aplicación. Ya que un banco central cualquiera, con el mandato explícito de preservar la estabilidad de los precios como objetivo principal de la política monetaria, y con la independencia que también tenemos, con un alto grado de autonomía operativa para perseguir este objetivo se traduce en excelente desempeño macroeconómico.
Dentro de ese marco se destacan varios aspectos al pasar balance del tiempo transcurrido:
1ero. Metas cuantitativas explícita para la inflación de la cual se comunica mensualmente al público, así como los renglones afectados dentro de la canasta básica.
2do El BCRD, rinde cuentas regularmente: mensuales, trimestrales, semestrales y anuales y mantiene al público informado de cómo marcha la economía.
3ero La definición de una política clara a partir de una evaluación prospectiva de las presiones inflacionarias basadas en una amplia variedad de informaciones.
Este enfoque ayuda además al banco a base a la experiencia y la práctica en que aparte de perseguir una baja inflación, fijarse en el desempleo también. A través de la tasa de interés la política monetaria puede influir en las variables nominales en el largo plazo, pero no las reales (ajustadas por la inflación) ya que una alta inflación perjudica el crecimiento y la justa distribución del ingreso ya que las expectativas y la credibilidad inciden significativamente en la eficacia de la política monetaria.
La evolución del marco de las metas se ha manifestado ser valiosa en dos aspectos cruciales:
1ero. Ha habido un aumento progresivo de la transparencia y la comunicación como medio de rendir cuentas al público que mantiene una atenta mirada sobre cómo se afecta el poder de sus ingresos reales, y refuerza la independencia operativa del Banco Central.
2do. Los bancos centrales por lo regular fijan las metas de inflación de manera flexible apuntan a lograr en el horizonte de un a dos o tres años.
Las variaciones de la inflación y del producto fueron menos volátiles en los países que se rigen por metas de inflación por ejemplo en 2001 a 2009 que en 1991 y 2000 y la disminución fue mayor en los que fijaron metas de inflación.
La capacidad de resistencia de los regímenes de meta de inflación se pone a prueba tras las alzas de los commodities y los shocks financieros mundiales como sucede en la actualidad de los últimos tres años, corresponden determinar si un régimen de metas de inflación es más resistente a los shocks que otros marcos de política monetaria.
Lo que es una realidad palpable, es que los países como el nuestro con metas claras de inflación logran minimizar mejor el impacto inflacionario del aumento de precios de las materias primas en estos tiempos de incertidumbre y esto se expresa en el crecimiento sostenido.
Tal y como sucedió en la crisis financiera mundial que comenzó a mediados del 2007 que se demostró que aquellos países que fijaron metas de inflación enfrentaron mejor la caída de la actividad económica y financiera mundial desde la Gran Depresión.
Entre las economías de mercados emergentes, aquellas que no fijan metas de inflación en general sufren una caída mayor de del crecimiento que las que sí la hacen en relación promedio.
Una propuesta del economista Olíver Jean Blanchard (economista francés) que fue Jefe del FMI de 2008 al 2015, consistió en “aumentar las metas de inflación para dar un mayor margen a los bancos centrales que les permita bajar las tasas de interés durante desaceleraciones graves”.
Las lecciones aprendidas adaptadas a las necesidades de los países en desarrollo se destacaron en dos aspectos:
1ero en economías abiertas como la de RD se debate el papel que debe cumplir el tipo de cambio en un marco de ese tipo, dado el movimiento experimentado.
2do. Respecto de todos los bancos centrales incluidos aquellos que fijan metas de inflación, el interrogante es cómo conciliar sus responsabilidades y objetivos en materia de política monetaria con el hecho de promover y mantener la estabilidad del sistema financiero. Nos ha ido muy bien al respecto.
Según los conocimientos prácticos los bancos centrales que aplican metas de inflación (en varios países) deben reaccionar ante los movimientos del tipo de cambio solo en la medida en que estos afecten las perspectivas de inflación y del producto, en lugar de neutralizarlo de forma sistemática. Una tarea necesaria.
La crisis internacional ha puesto de manifiesto la necesidad de prestar más atención a la vinculación entre el comportamiento de la economía real de bienes y servicios y la economía financiera.
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Tomás Guzmán Hernández
Economista y contador público, egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) con maestrías en Administración Pública (PUCMM), Manejo Sostenible del Agua (PUCMM), Contabilidad Tributaria (UASD) y Riesgo de Desastres y Gobernanza del Cambio Climático (Universidad Alfonso X el Sa...