El Merca Santo Domingo forma parte de un proyecto que ha quedado inconcluso por la incapacidad o indisposición de las autoridades de organizar el sistema de mercados urbanos en el Gran Santo Domingo.
Se concibió como un centro de acopio a donde llegarían los productores para que desde ahí los productos agropecuarios se distribuyeran a los mercados de las ciudades. Además, una parte importante de su inversión se la llevó espacios de refrigeración tan necesarias para productos pecuarios.
Esa parte ha funcionado de manera poco significativa.
Hasta ahora la parte que mejor ha funcionado es la relativa al espacio dejado para que comerciantes vendan sus productos al público, lo cual hasta hace pocos meses se había mantenido como un ejemplo de orden y limpieza inimaginable en los otros mercados urbanos, que se caracterizan por ser verdaderos arrabales.
Lo que hasta ahora se había mantenido como un referente para los otros mercados corre peligro con la decisión del Ministerio de Agricultura de abrirle espacio al mercado de las pulgas, que entre sus principales característica está el arrabal y el desorden.
El llamado mercado de las pulgas al que hacemos referencia hace años que dejó de ser un centro donde se intercambian o venden antigüedades o artículos que no son de utilidad en los hogares de origen.
Ahí se vende de todo, sin control ni orden. Realmente es una actividad de la que viven muchas personas, por lo que se requiere que las autoridades pongan orden y regulen su operación para que subsista de manera adecuada sin poner en peligro la salud, el ornato y la integridad de comerciantes y clientes.
Pero llevarlo al Merca Santo Domingo es una suprema distorsión y una demostración de que las actuales autoridades desconocen la razón por la que se hizo la cuantiosa inversión del concepto de Merca Santo Domingo, el cual incluye la reparación y desarrabalización de los mercados urbanos.
Ojalá no estén dañando lo que sí funciona en vez de arreglar lo que anda mal.