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Memorias de la primera salida del Siglo

Ricardo Vega Por Ricardo Vega
📷 Ricardo Vega.

Los cuerpos de la rotativa empezaron a hacer gala de su modernidad.

Con los ojos fijos en ella, en el área de los gigantescos conos de papel, Don José Nene Ureña (accionista mayoritario), su señora y Bienvenido Alvarez Vega (director), rodeados de editores, diseñadores, analistas, fotógrafos, fotomecánicos, separadores de colores, choferes, mensajeros, el administrador, secretarias, recepcionistas y conserjes.

Héctor Tineo, Bienvenido Rojas, Nelson Gómez, Patricia García, Margarita Cordero, Víctor Tejada, Elsa Expósito, Bienvenido Rojas, Lorelay Carrión, Miguel Pichardo, Jacqueline Ventura, Onorio Montás, Ramón Rivera, Rafael García Romero…

Cidras y champañas también esperaban por el descorche. La dedicación, hermandad y empeño puesto por todos los que echaban a correr en la opinión pública el novedoso proyecto periodístico, que combinó talento humano con tecnología de punta, llegaba a su punto más alto.

Mientras, la interminable tira de papel tensada de primicias se desplazaba por los intersticios de la impresora. La señora de Ureña oraba de bolita en bolita manoseando un santo rosario.

De pronto la tira del papel se quebró. La Sorna (impresora) se detuvo. Rodaron las esperanzas.

Pero al poco tiempo los técnicos la volvieron a poner en funcionamiento.

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Pasaban las horas como años. La noche se hacía adulta. La rotativa arrancaba y se detenía. Empujados por los trasnoches de labor ininterrumpida y la desesperación, algunos empezaron a retirarse.

Un simple diseñador decía vivir del otro lado del mundo. Kilómetro once de la Autopista Las Américas. Y el galpón de la editora operaba al borde del antiguo Aeropuerto de Herrera. Por esta razón los choferes evadían llevarlo a tan altas horas de la madrugada, cuando cerraba la edición.

¿Qué se llevaría más tiempo llegar a la casa o esperar la salida del diario? Decidió esperar. Quedaron pocos.

Al caer la tarde, de aquel 1 de agosto de 1989, finalmente no solo salió a las calles el más moderno, atractivo y completo periódico que hasta ese momento había circulado en Latinoamérica. Sino el primer matutino que por circunstancias se convirtió a la vez en el primer vespertino del mundo; El Siglo.

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