Gran parte del país se unificó en torno al reclamo de que se invirtiera el 4 % del Producto Interno Bruto en la educación preuniversitaria.
El presidente Danilo Medina se lleva el mérito de haber acogido ese reclamo y ejecutar lo que manda la ley de educación en ese aspecto.
Se sabía que el aumento en la inversión no se traduciría de inmediato en una mejora de la calidad de la educación.
Pero esos recursos eran indispensables para el inicio de los planes y programas previos que deben llevar al fin último: tener dominicanos más y mejor preparados para los desafíos como seres humanos, ciudadanos y entes productivos.
El Gobierno decidió iniciar esos planes con la mejora de la infraestructura y en los últimos tres años se avanzó de manera notable.
Ahora desde el Ministerio de Educación se impulsan las acciones intangibles, como son la capacitación magisterial, elevar la calidad de vida de los agentes del sistema educativo, adecuar los contenidos a las necesidades formativas y la integración de las entidades vinculadas al quehacer educativo.
Fue una señal luminosa que el ministro de Educación acudiera a la sede de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) a intercambiar pareceres o que el tema de la integración dominara la primera reunión del Consejo Nacional de Educación.
Hay razones para estar optimistas, pero no para dejar de estar alerta.
Corresponde a toda la sociedad acompañar este proceso de mejoras en el sistema educativo.