Hace años que me levanto en medio de la noche para ir a trabajar. Es el precio que debo pagar, aunque con gusto, por presentar Today, un prestigioso programa de noticias del canal de radio 4 de la BBC.
Pero siempre me he preguntado si habrá un costo a largo plazo. ¿Será que levantarme temprano, cuando mi cuerpo me pide a gritos que vuelva a dormir, me puede estar causando un daño grave y permanente que no podrá ser revertido con una buena noche de sueño?
Yo no soy la única. Muchos otros trabajadores tienen turnos más largos o deben trabajar la noche entera.
Y no sólo es un problema que afecta a los trabajadores nocturnos. Hace 50 años los adultos solían dormir sus 8 horas. Ahora, la media en Reino Unido está en 6,5.
Muchos de nosotros consideramos que dormir es un lujo.
Cuando mi despertador suena a las 3:25 de la mañana siempre me prometo a mi misma que descansaré después. Sólo es cansancio, pienso.
Pero dormir es tan esencial como respirar o comer. Es ahí cuando nuestros cerebros procesan lo que hemos hecho durante el día y se asienta la memoria. Y cuando nuestros cuerpos llevan a cabo algunas tareas básicas de mantenimiento.
Ahora sabemos que, incluso cuando los trabajadores nocturnos duermen lo suficiente, lo hacen en las horas erróneas.
El cuerpo no se adapta
Siempre se había asumido que nuestro reloj biológico se adaptaría a las demandas del trabajo nocturno.
Pero según dice uno de los expertos británicos en el estudio del sueño, Russell Foster, de la Universidad de Oxford, «el hallazgo realmente extraordinario común en una gran variedad de estudios diferentes es que no te adaptas«.
Eso significa que quienes trabajan por la noche durante un largo período de tiempo son más proclives a desarrollar una serie de enfermedades graves, desde diabetes tipo 2 hasta enfermedades del corazón y cáncer.
Como si bebieras un par de cervezas
Algunos científicos creen que cualquiera que llegue a trabajar a las 4 de la madrugada, como yo, tiene la misma capacidad para procesar información que alguien que se ha tomado un par de whiskies o cervezas.
No es tan divertido como estar borracho, pero pensar con claridad es un desafío.
Ahí es cuando la cantidad de material que tenemos que leer y escribir durante las dos horas previas al inicio del programa ayuda a recuperar la sobriedad mental.
Cuando pronunciamos esas primeras palabras del programa a las 6 de la mañana, con frecuencia pienso en las personas cuya duermevela estamos rompiendo.
¿Por qué es mucho más fácil despertarse a las 6 que hacerlo a las 4? ¿Por qué esas dos horas nocturnas son tanto más valiosas que el mismo tiempo robado durante las horas del día?
La respuesta está en unos cuantos miles de células en una parte primitiva del cerebro, donde está nuestro principal reloj corporal o núcleo supraquiasmático.
Ese núcleo controla todo lo que tiene que ver con cuándo dormimos, cuándo nos levantamos o cuándo nuestro hígado debe producir enzimas para digerir la comida.
Y también cambia nuestro ritmo cardíaco, acelerándolo por la mañana cuando nos levantamos y asegurándose de que baja hacia la noche.
El profesor Michael Hastings, de la Universidad de Cambridge, que lleva 20 años estudiando el reloj circadiano, dice que «todos nuestros órganos están funcionando de acuerdo a este patrón genético preprogramado para hacer que hagan ciertas cosas en un momento del día y distintas cosas en otro».
Es una pieza de ingeniería fantástica, resultado de la evolución, y tiene todo el sentido para un hombre de las cavernas Neandertal, pero no para un trabajador nocturno del siglo XXI.
Enfermedades asociadas
Si comes una magdalena de triple chocolate en medio de la noche, como yo he hecho con frecuencia, el azúcar y la grasa se quedan en tu flujo sanguíneo durante más tiempo que si la comes durante el día.
Los niveles altos de azúcar pueden conducir al desarrollo de la diabetes tipo 2, y los niveles de grasa elevados pueden generar cardiopatías.
Por eso los trabajadores nocturnos tienen un 150% más de probablidades de desarrollar cardiopatías que quienes trabajan durante el día.
Eso también puede explicar el elevado índice de obesidad entre quienes hacen turnos de noche.
Y además hay un vínculo con el cáncer: en 2007 la Organización Mundial de la Salud dijo que los turnos de noche eran una causa probable de cáncer.
Obesidad, diabetes, enfermedades coronarias, cáncer… es una lista bastante deprimente… pero hay algo más que añadir.
Envejecimiento prematuro y un peligro
Un estudio reciente concluyó que los cerebros de los trabajadores que habían trabajado de noche durante diez años habían envejecido 6,5 años extra. En consecuencia no podían recordar igual ni pensar con la misma rapidez.
Otro estudio masivo en Estados Unidos siguió a 75.000 enfermeras que trabajaron a turnos durante los últimos 22 años y concluyó que una de cada 10 personas que trabajan con horarios rotativos durante seis años tendrá una muerte prematura.
Pero no se trata sólo del daño que nos hacemos a nosotros mismos: en algunos trabajos podemos poner a otros en riesgo.
Conocí a alguien que trabaja de noche limpiando y que, cuando vuelve a casa, en lugar de dormir se da una ducha y se va a otro trabajo en el que conduce grandes camiones por el país. Trabaja así seis días a la semana, con apenas tres horas diarias de sueño.
Hay reglas estipuladas que limitan el número de horas que un conductor de camión puede trabajar. Pero nadie supervisa qué se supone que hacen esos mismos conductores en su «tiempo de descanso».