Maxi-ladrones y mini-policías

Maxi-ladrones y mini-policías

Maxi-ladrones y mini-policías

Si de establecer marcas para el libro de records Guinness se trata, nadie nos ganaría en el renglón de los mejores ladrones y los peores policías.

Si hay que presentar pruebas para sustentar tal aspiración, ahí están los reiterados robos de cables y otras piezas de metal del puente Duarte, en la capital.

Se trata de maxi-ladrones porque ¡hombre! robarse un puente chin a chin no es tarea para aficionados, pues se supone que requiere muchas horas, si no días, de esfuerzo, con algunos equipos especiales, unidades de transporte y todo un aparataje difícil de pasar desapercibido.

Y en cuanto al título de la más ineficiente mini-policía del mundo, también nos lo merecemos porque ¿cuántas veces, carajo, no se han denunciado robos de cables o de luminarias en los puentes, sin que se haya dispuesto, de una vez por todas, una vigilancia efectiva en esos bienes nacionales?

Está bien que el Ministerio de Obras Públicas asuma la responsabilidad de reparar cuando antes el daño causado, como efectivamente lo está haciendo, pero ¡por Dios! que alguien se haga cargo de cuidar la propiedad pública, para que no tengamos que pasarnos la vida en este indignante teje-maneje.

Si es que no hay suficientes agentes policíacos, o si se trata de que éstos están ocupados dando servicios privados a particulares, ¿no podrían las Fuerzas Armadas prestar unos cuantos hombres para dotar de una vigilancia efectiva y permanente a los lugares públicos?



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