Cada vez que escribo sobre la impuntualidad recibo una avalancha de comentarios de mis amables lectores, sumando sus quejas a las mías, por tan despreciable conducta.
Esta vez, entre varias docenas de cartas, escojo, para compartirla con ustedes, una del apreciado amigo y prestigioso médico radicado en los Estados Unidos Manuel Mota Castillo.
Opina el citado galeno que la impuntualidad debe tener un origen en España, porque en mi consultorio casi el 100% de los que llegan tarde o no se presentan a su cita tienen un apellido hispano.
No importan los avisos de que se les cobrará un cargo extra si no cancelan su cita con 24 horas de anticipación, o que perderán la cita si llegan tarde… como la canción de Marco Antonio, son incontenibles.
Quisiera pensar agrega- que la impuntualidad podría estar asociada con aquella idea de que el Rey no puede llegar tarde. No sé si será cierto que cuando nos visitó el Rey de España (1979) la invitación decía: Hora de comienzo: cuando llegue el Rey.
Ahora bien, cuando la puntualidad no falla es para pedir prestado: en esos casos, nunca se llega tarde concluye Mota Castillo.
Por su parte, el distinguido abogado Hipólito Herrera lamenta que muchas personas no se dan cuenta o no quieren hacerlo que el tiempo es algo que tiene el mayor valor y lo que no se hace en este preciso momento en que estoy escribiendo este comentario no podré hacerlo jamás. Sería a otra hora, pero el tiempo pasado es irrecuperable.
En nuestro país dice el citado letrado- nadie toma en cuenta la hora ni le interesa. Todas las estaciones de televisión tienen programas de panel en horarios de 5 a. m. hasta las 8 a. m. y en todas se coloca la hora en que se esta haciendo la transmisión y todos tienen una diferente de hasta 5 minutos.
¿Es que nadie se ha dado cuenta que los teléfonos celulares tienen todos la hora exacta? Entonces es fácil incorporar a la pantalla la hora correcta, pero nadie lo hace. ¡Qué importa unos minutos de más o de menos!
El único consuelo que nos queda es que cada vez somos más los que vamos tomando conciencia del valor del tiempo. (Ojalá que no lleguemos tarde para convencer a los demás).