En respuesta al ya famoso artículo sobre la llegada del invierno a nuestras vidas, me place reproducir, sin comentarios, la siguiente carta del pastor Narciso Nadal:
Me identifiqué mucho con su escrito titulado Ya es invierno. A pesar de que aún no he llegado al invierno como usted lo describe, pues solamente tengo 36 años cumplidos, (estaría tal vez en el verano o entrando el otoño), sin embargo, al igual que usted encuentro como si el tiempo se me hubiera ido de las manos mucho más rápido de lo que esperaba.
Recuerdo como si fuera ayer cuando era un jovencito ágil que se trepaba en todos los árboles que rodeaban mi casa, practicaba toda clase de deportes y el futuro parecía un camino repleto de puertas llenas de posibilidades.
Y como sin darme cuenta un día amanezco sin la agilidad para tirarme al piso a jugar con mis hijos, me canso al subir la escalera de mi casa y las puertas que tenía delante parecen haber desaparecido, dejando un solo camino para seguir adelante.
Sin embargo, estimado señor, hay algo que, al mirar atrás y hacia adelante, me sigue brindando esperanza, gozo y deleite y es lo que quiero compartir con usted.
Ese algo es la seguridad de saber que en todo el trayecto transcurrido y el que me falta por recorrer, el Señor ha estado a mi lado guiándome por sendas de justicia como el declara en Su palabra.
He descubierto que la única manera de vivir la vida de tal manera que podamos llegar al final de ella y decir que no pudo haber sido mejor es hacerlo buscando de Cristo Jesús y siguiendo su voluntad.
La Biblia claramente establece que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta (Ro. 12:2) y creo que no podemos pensar en mejores adjetivos para adornar la historia de nuestra vida.
A más de esto tenemos la promesa de nuestro Señor Jesucristo en Jn. 10:10, de que el ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia.
Así que, amigo (me disculpa si estoy abusando de la confianza al llamarle así), mi deseo es que así sea en el ocaso de su vida, como usted mismo expresó en su artículo, que usted pueda gustar de esa abundancia y plenitud de vida que solo Jesucristo ofrece a los que le buscan y más aún la seguridad que nos da, al saldar la deuda de nuestros pecados, de que al pasar de esta vida podremos disfrutar de una vida aún más extraordinaria en una patria celestial que por mucho supera lo mejor de esta.
Pastor Narciso Nadal