Recientemente comenté que la filantropía es un amor por la humanidad que motiva a regalar riquezas, mientras el mecenazgo es la protección o ayuda a las actividades artísticas, científicas o deportivas, no sólo donaciones dinerarias.
Pocos poseen la cualidad de mecenas, personas con gran interés por lo que patrocinan. Ofrecen algo más valioso que dinero: su tiempo y entusiasmo.
Varios grupos empresariales han fomentado un admirable mecenazgo editorial, como Codetel con ediciones descontinuadas que dirigía José Rafael Lantigua. Hoy MercaSID, INICIA, Grupo Popular y otros, regalan bellísimas ediciones de colección con calidad mundial, sobre temas medioambientales, deportivos y artísticos.
Son realmente joyas para cualquier bibliófilo. Es de justicia incluir en ese exclusivo círculo, con gran aplauso, al Grupo Excel que dirige Alberto Cruz, con sus dos magníficas obras dedicadas al Museo de Arte Moderno y sus Bienales.
La difusión por la empresa privada de las excelencias de nuestra cultura, especialmente tras medio siglo de continuo progreso democrático y económico, es un poderoso antídoto contra las brisas zurdas que llegan desde fuera.